Cubismo social premiado
La forma más duradera, revolucionaria y omnipresente en las artes del siglo XX fue el collage, esa especie de bricolaje que ha servido para presentar una nueva y original fuente de interrelación entre la expresión artística y la experiencia del mundo cotidiano. Picasso lo introdujo en las "artes superiores" (Naturaleza muerta con una silla de paja, 1912). Desde entonces, el artista no ha dejado de transferir materiales de un contexto a otro, en la representación fotográfica -perfeccionada en la televisión y el cine-, el teatro -Bertolt Brecht- y el sonido -John Cage-. Mensajes, materiales, cortes, montaje. Todo parece dispuesto para convertir la realidad en simulacro. Un ejemplo que ilustra y certifica ese "nuevo encuentro" con el mundo es la instalación de Bruce Nauman, Raw Material, que desde hace unas semanas está instalada en la sala de Turbinas de la Tate Modern, donde el artista norteamericano utiliza su propia voz como "pegamento" de diferentes elementos heterogéneos para crear a un audiocollage que funciona igual que un cuadro cubista.
Una visita previa a la Tate Modern ayuda a entender mejor esa ruptura mimética tan característica de la creación actual nacida de una obsesión moderna de acercar arte y vida como una experiencia simultánea. Los cuatro proyectos seleccionados en la final del vigésimo Premio Turner, reunidos en la sede de la Tate Britain, comparten esa noción eisensteiniana de composición "intelectual" en la que lo real es utilizado como elemento de un discurso. La pareja británica formada por Ben Langlands y Nikki Bell recoge en un vídeo de animación, interactivo, sus experiencias en Afganistán durante una visita, en 2002, y así re-construyen la morada del terrorista más buscado del mundo, Osama Bin Laden; el turco Kutlug Ataman compone un retablo visual donde "cose" los testimonios de 12 individuos del sureste de Turquía que narran experiencias de una vida anterior que terminó violentamente; el anglo-nigeriano Yinka Shonibare vuelca todo su artificio en una película que narra el complot y asesinato en 1792 del rey Gustavo III de Suecia.
Pero, sin duda, la versión
más enérgica y la que mejor respeta la ley del género del collage es la que consiguió alzarse con el Turner, firmada por el londinense Jeremy Deller, nacido en Londres en 1966, que ha sido capaz de colocarse -y colocarnos- ante la obra en la condición de espectador que rastrea, modula y combina las imágenes en una investigación horizontal de sus diferentes significados. El significado "vertical" ya lo conocemos: la instalación Memory Bucket (Cubo de la memoria) se compone de un filme documental sobre la vida cotidiana en la localidad tejana de Crawford, donde tiene su rancho el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, convertido simultáneamente en escenario de entrevistas a vecinos y paraje idílico del llamado nuevofronterismo. En este collage no faltan las interrupciones brechtianas: la conversación con un superviviente de la matanza de la secta davidiana en Waco o las imágenes de una enorme bandada de murciélagos que salen de una cueva y cubren el cielo de negro.
El trabajo de Deller incluye un gran dibujo sobre una de las paredes de la sala titulado The history of the world, en alusión a uno de los experimentos más conocidos del artista inglés titulado AcidBrass (1997), que ilustra la invitación a una banda de música folk a tocar acid house. El diagrama descrito por Deller invita a imaginar las conexiones posibles entre dos tipos de música que tienen un fuerte arraigo en el norte de Inglaterra y simbolizan la resistencia al Gobierno ultraconservador de Thatcher.
Deller es un catalizador, un
curator al que le gusta hacer extrañas yuxtaposiciones con diferentes grupos sociales y culturales marginados. En la última edición de Manifesta, organizó un desfile musical de colectivos marginados en pleno centro de San Sebastián. Las imágenes del acontecimiento se incluyen en la exposición y revelan algo más de lo que vemos, un divertido panegírico de lo separada que está la sociedad civil de los políticos, que aprovechan el marco grisáceo de una parade de freakies para salir más coloridos y guapos delante de las cámaras. ¡Qué codicia!
Turner Prize 2004. Tate Britain. Millbank SW1P4RG. Londres. Hasta el 23 de diciembre. www.tate.org.uk
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