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Entrevista:JUAN MANUEL FABRA | Presidente del Tribunal de Cuentas Europeo

"El contribuyente puede estar tranquilo con el uso que se hace de su dinero"

Gabriela Cañas

Juan Manuel Fabra i Vallés (Tortosa, 1950) abandona la presidencia del Tribunal de Cuentas Europeo en enero, tras tres años en el cargo. Esta semana pasada, Fabra i Vallés se sometió a una dura comparecencia parlamentaria en la que, tras presentar las cuentas de la UE de 2003, los eurodiputados mostraron su preocupación por el aumento del riesgo de fraude y la imposibilidad de que las cuentas europeas obtengan por parte del tribunal la declaración de fiabilidad. Los euroescépticos hablaron incluso de escándalo y corrupción.

En efecto, el informe anual del tribunal señala no tener "garantías suficientes de que los sistemas de control y supervisión de ámbitos significativos del presupuesto estén ejecutados con eficacia". En 2003, el presupuesto real de la UE fue de 98.700 millones de euros y hubo un excedente de 5.500 millones; menores que en ejercicios anteriores. Fabra i Vallés reconoce las lagunas en el seguimiento de los fondos europeos, lo que achaca fundamentalmente a las administraciones nacionales y regionales, pero añade: "El contribuyente europeo puede estar tranquilo".

"Lucho con poco éxito contra la dificultad de recuperar los fondos en caso de fraude"

Pregunta. Al Parlamento Europeo le ha parecido muy preocupante que año tras año las cuentas de la UE no logren obtener la declaración de fiabilidad.

Respuesta. Es que si hay errores no puedes dar esa declaración, y si las mismas declaraciones internas de los directores generales de la Comisión Europea tienen reservas, nosotros no podemos ser más papistas que el Papa y decirles que se han equivocado. Por otra parte, aunque la responsabilidad de la gestión de los fondos comunitarios es de la Comisión, hay que tener en cuenta que el dinero sale de Bruselas hacia los países miembros y que el 80%-85% del presupuesto comunitario se gasta por las administraciones nacionales, autonómicas o locales.

P. Entonces, ¿cuál es el problema? ¿Los países no se toman en serio los fondos comunitarios?

R. Supongo que ya tienen suficiente trabajo en controlar sus propios fondos, aunque si ellos utilizan bien el 50% de lo que les corresponde, entonces el otro 50%, que es dinero comunitario, también está bien controlado. Un segundo problema es que los países tienen diferentes sistemas de auditoría y control. Es difícil armonizar. Por eso estamos a favor del modelo auditoría única, que evitaría además que diversos tribunales de cuentas, a nivel europeo, a nivel nacional o autonómico, terminemos controlando la misma partida. Si nos ponemos de acuerdo en un mismo sistema de control nos beneficiaremos todos.

P. Otro asunto preocupante que plantea la Eurocámara es la dificultad en recuperar los fondos en caso de fraude.

R. Llevo años luchando contra eso con poco éxito. El problema principal es la lentitud de los sistemas judiciales nacionales, porque en caso de fraude y de exigencia de devolución de fondos la gente suele pleitear, y eso lleva años.

P. Todas estas acusaciones sobre descontrol de los fondos comunitarios son caldo de cultivo para el euroescepticismo.

R. Mire, yo también soy contribuyente y le aseguro que estoy tranquilo al respecto y le digo que los europeos pueden estar tranquilos. Me gustaría aún mayor eficiencia para cada euro que aporto, pero estamos mejorando cada año, aunque no hayamos llegado al máximo. Ya llegará. Además, los euroescépticos del Parlamento Europeo hablan de fraude con demasiada facilidad cuando nosotros sólo podemos constatar errores, salvo que un juez dictamine lo contrario.

P. Según sus propios informes, el nivel de errores en agricultura es mínimo. Entre 1971 y 2002, según sus datos, el total de pagos irregulares sumaba sólo 3.100 millones. Teniendo en cuenta que a agricultura se va casi la mitad del presupuesto comunitario, resulta una cantidad ridícula. O no hay fraude o no se detecta.

R. En Agricultura hay muchos errores pequeños. El fraude en este terreno son migajas, como el agricultor que tiene 200 olivos y cuando hace la declaración pone 210. Lo que hay que hacer es ser más estrictos, cerrar posibilidades de error, controlar mejor el catastro y ver si coincide con las declaraciones de los agricultores.

P. Los euroescépticos hablan de corrupción y mala gestión.

R. Podemos estar tranquilos. No hay grandes redes de corrupción, lo que no impide que te encuentres un día con una partida de mantequilla vendida a muy bajo precio reintroducida en la UE como si fuese margarina y que recibe, por tanto, una ayuda como si fuese margarina.

P. ¿Tiene sentido pedir más dinero para el presupuesto cuando parece haber tantos problemas para controlar lo que ahora se gestiona?

R. Para un español es difícil decir que no. Si a priori se recorta el presupuesto, el gasto será después aún menor. Tal como están las cosas se podría haber recortado el presupuesto comunitario y haber recibido, sin embargo, las mismas ayudas. Hay enormes diferencias entre países. A países como España o Portugal, que no pueden acometer por sí solos determinadas obras, les va muy bien la aportación comunitaria para hacer túneles, carreteras o puentes que de otro modo no se harían. España está muy interesada en aprovechar los fondos estructurales y gasta hasta el último euro. Sin embargo, países ricos como Reino Unido, Francia o Alemania tienen dinero suficiente para hacer en solitario sus inversiones y no necesitan tanto en ese sentido las ayudas de la UE. Hay un tercer bloque de países, como Grecia y los países del Este, que tienen problemas para completar el otro 50% de los fondos europeos que pueden percibir.

P. Si finalmente la UE dedica más gasto a la investigación y menos a la agricultura, ¿requeriría ese cambio un mayor esfuerzo por parte del Tribunal de Cuentas?

R. Es mucho más fácil controlar un programa de investigación que unas fincas.

Juan Manuel Fabra.
Juan Manuel Fabra.EFE

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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