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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Vuelve Mister Marshall

No es preciso retroceder a los años de la posguerra o del primer franquismo, ni visitar los escenarios naturales en Guadalix de la Sierra, para que a uno le venga a la cabeza la famosa película de Berlanga Bienvenido Mr. Marsahll. Quizás esta misma historia se ha repetido por toda nuestra geografia desde los años del desarrollismo hasta la actualidad, favorecida por un notable proceso de despoblación, una inercia social y una mentalidad de país de escasa densidad. Esto se ha traducido hasta muy recientemente en nuestros textos legales, donde el terreno rural aparecía como algo inerte, a la espera de que alguien supiera darle un mejor destino.

Admitido el intercambio entre lo urbano y lo rural, en lo social y residencial, el síndrome de Mister Marshall continúa en la actualidad revestido de instalación de fábricas, parques eólicos, universidades rurales, campos de golf... La última vez que tuve este sentimiento fue leyendo una noticia de EL PAÍS sobre un gran desarrollo residencial en un pueblo segoviano cercano a la sierra de Guadarrama, por muchos no mal denominada sierra de Madrid. Éste sólo es un último exponente, pero quien desarrolle su actividad profesional en áreas rurales habrá conocido otros muchos.

En todos ellos existen unas características comunes, que es preciso exponer: un promotor privado o semipúblico de fuera, una comunidad rural de tamaño reducido, un entorno rural tradicional, escaso liderazgo local y tutela urbanística de las autoridades provinciales y regionales.

En otras áreas también ha tomado forma de parques eólicos, de campos de golf... En todo caso, una transformación paisajística, cuando no un cambio en el uso del suelo. Al final, el balón en el alero de esas comunidades locales que se precisan para bendecir (son los locales, el yo), la iniciativa. Se pone a estas personas y a sus representantes, sobre todo cuando es concejo abierto, en una difícil tesitura. ¿Dejarán pasar de largo a Mister Marsahll, dejarán pasar la última oportunidad para los hijos de la villa? Dura decisión para quien conozca los entresijos de una pequeña comunidad rural. En todo caso, su bendición es precisa. Para todos. La actuación en este marco de grupos ambientalistas es compleja, también pertenecen a los otros, los de fuera, en muchos casos al mundo urbano -¿cuál es su legitimidad?, se preguntan los del pueblo-, no olvidemos que el paisaje es un paisaje cultural, humano y, en consecuencia, sentido, es algo así como una herencia.

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