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Reportaje:Copa Davis 2004 | ESPAÑA, A UN PUNTO DE SU SEGUNDA ENSALADERA

Sensatez y... huevazos

La corrección del público alivia las colas de la jornada inaugural, pero algunos taxistas la emprenden violentamente contra los coches oficiales

La segunda jornada de la final de la Copa Davis, que se celebra estos días en La Cartuja, de Sevilla, olía tirando a fatal en lo deportivo, pero todos los que habían conseguido un abono, ya sea de válvula, de pago o de extorsión en la reventa cibernética, acudieron al estadio. Las gradas estaban repletas de banderas, pitos, platillos y bufandas. Lleno. Y es que ayer era sábado. Hasta para don Felipe y doña Leticia, que acudieron a sentarse junto al presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, para así ver desde primera fila cómo juegan de bien juntos al tenis dos hombres, los hermanos Bryan, que son el mismo. Era propio de un vídeojuego poder ver a dos seres idénticos jugar juntos.

La llegada de los príncipes de Asturias significó otra vuelta de tuerca a las cuestiones de seguridad. A la contratada por la organización, la Policía Nacional, los batallones de guardaespaldas que pululan por las zonas VIP y acompañan a los jugadores se unieron ayer los efectivos de la Casa Real, que, como es costumbre, discrepan de casi todos los criterios diseñados por los anteriores y... toca empezar de nuevo.

El partido estaba programado para las cuatro de la tarde y el público llegó con bastante más antelación que el viernes. Tal y como se decidió entonces, se habilitó una entrada más de acceso y no hubo colas. Los aficionados situados en el graderío alto del fondo sur del estadio pudieron tener acceso por las entradas de la parte alta. Una lógica que no se aplicó el viernes y que se tradujo en miles de saltos sobre las barreras entre una zona y otra antes y después de escalar centenares de peldaños, los que separan la pista de tartán de la fila de asientos que roza la techumbre del estadio. Tanto la organización como el público demostraron su sensatez y se evitó el bochorno.

Lo que no ha variado es el impacto que la competición tenística está teniendo en la ciudad. El tráfico se convierte en verdadero grumo en las horas previas. Los transportes municipales son escasos, cuando no imposibles de descifrar para los no familiarizados con los nombres ni los recovecos de la capital andaluza. A pesar de que muchas personas optaron por darse un paseíto hasta La Cartuja, los taxis siguieron siendo uno de los medios más utilizados.

A pesar del presumible negocio que esto significa para el sector, una parte del gremio ha sido protagonista, sin embargo, de la gorilada del evento. Los taxistas con plaza en el aeropuerto siempre se han significado por su virulencia a la hora de realizar sus reivindicaciones. Tengan razón o no. Así, ayer se liaron a huevazos con los coches que la organización utiliza para ir a recoger a sus invitados a San Pablo. Los incidentes entre ese grupo de taxistas y los chóferes contratados por uno de los patrocinadores de la competición han llegado a provocar un plante de estos últimos.

Desde que la comitiva federativa llegara a Sevilla ha habido problemas en el aeródromo. En los primeros días, los taxistas no permitían que los monovolúmenes de la Davis se estacionaran de manera temporal frente a las entradas y les obligaban a dirigirse hacia los aparcamientos de pago, bastante más alejados, por lo que forzaban a los VIP a darse una caminata. Pero ayer este grupo particular de taxistas pasó de los gritos a una actitud ventajista y gamberra que, apoyándose en una supuesta defensa de su trabajo, daña gravísimamente la imagen de la ciudad. La Policía Local estaba allí y no hizo nada, según aseguraban ayer varios miembros de la organización. Eso sí, nadie aparcó en doble fila mientras los taxistas se liaban a huevazos con los vehículos oficiales de la Davis.

Los aficionados españoles tratan de animar a Juan Carlos Ferrero y Tommy Robredo.
Los aficionados españoles tratan de animar a Juan Carlos Ferrero y Tommy Robredo.PÉREZ CABO

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