Domingo Esteban, premio Aragón de Medio Ambiente y repoblador de pinos
Domingo Esteban falleció el pasado miércoles en la localidad zaragozana de Zuera. Fue un luchador, un conservacionista convencido y un educador de generaciones de alumnos a los que enseñó a respetar y amar el monte. Esteban recibió en el año 2000 el premio Medio Ambiente de Aragón por su paciente labor de restaurador de los montes plantando pino. Y lo hizo únicamente con la ayuda de su tesón y con el apoyo de vecinos y niños. Esteban recibió entonces un millón y medio de pesetas, que dedicó a mejorar el material para plantar. "El monte y la naturaleza son mi pasión y a eso dedico el premio", dijo entonces.
Natural de Lécera (Zaragoza), llegó a Zuera hace 34 años, donde murió a los 71. Ayer, el consejero de Medio Ambiente, Alfredo Boné, lamentaba su pérdida, como la lamentaban los ecologistas y los amigos y vecinos de un hombre que era presidente de honor de la asociación Bosques Mediterráneos. Su amor a la naturaleza organizó su vida. Desde 1979 comenzó de forma voluntaria a repoblar los montes de Zuera, que fueron devastados ese año por un gran incendio. En el año 1984 comienza a crear en el corral de su casa un pequeño vivero en el que comienza su tarea. Era albañil y cuando se jubiló en 1993 su dedicación completa fue plantar pinos; llevaba plantados más de cien mil. Involucró a niños, vecinos, asociaciones y preparaba entre 7.000 y 8.000 plantones al año.
Él recordaba su infancia, cuando comenzó a trabajar a los ocho años, y tuvo desde siempre claro su compromiso con la sociedad y la naturaleza. Presidió la Asociación de Vecinos Odón de Buen de Zuera, donde siguió captando voluntarios para plantar. Y eso que al principio pocos le entendían, pero su pasión y su amor a la naturaleza vencieron los obstáculos. "Todo en la vida es así, nada es fácil ni llega de regalo", dijo en el año 2000. Esteban tenía claro que conservar los bosques es conservar la vida: "El hombre, igual que es capaz de destruir, lo es de construir". Con su viejo coche recorría pistas y caminos, envidiaba los coches todo terreno, logró tierras desechadas para la agricultura, tierras malas, duras, pero era su reto: "Es peor rendirse, no hay que dejar de plantar un árbol y los míos prosperan en un 95%" . El premio le llegó por sorpresa. Lo propusieron Ecologistas en Acción, que lamentaban su muerte como la lamentan los miles de pinos que ahora, gracias a su tesón, crecen en los montes zufarienses. "Hay que plantar, la contaminación de un coche sólo se frena con 200 pinos".-
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