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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

El chino del dolor

Le he preguntado al señor Li Zhensheng si estas fotos suyas, estos testimonios únicos de la crueldad políticamente teledirigida de las masas, estas estampas medievales que están dando la vuelta por Europa, objeto de catálogo (Phaidon) en francés, en inglés y en español, y que ahora la Fundación la Caixa exhibe por varias ciudades de España (ahora en Barcelona, en Caixafòrum, hasta el 6 de febrero; antes en Málaga y Murcia, después en A Coruña y Zaragoza) pueden verse también en Pekín. "No, las fotos todavía no pasan censura", me ha dicho, "pero en cambio a mí me permiten pronunciar conferencias sobre mi trabajo durante la Revolución Cultural, y en el curso de las conferencias sí se me permite proyectar diapositivas de estas fotos. Y bueno, creo que si las puedo mostrar en conferencias, más pronto que tarde podré también mostrarlas en exposición".

Caixafòrum expone una selección de fotografías de Li Zhensheng, que retrató de cara los horrores de la Revolución Cultural china

Será interesante verlas para los ciudadanos chinos, porque no ha de haber muchos testimonios gráficos de aquellos juicios públicos, aquellas ceremonias de humillación, tortura y muerte ante miles de personas. Pero hay que retroceder un poco.

Fue Baudelaire el primero que exclamó "familles, je vous hais!" (familias, ¡os odio!) y Rimbaud dictaminó: "Hay que ser absolutamente moderno". Lo mismo el presidente Mao Zedong había leído bien a los simbolistas y románticos franceses, porque retomó la orden de Rimbaud, "Destruid lo antiguo y estableced lo nuevo", y, en cuanto a la institución familiar, trató de destruirla en los años sesenta, con el plan llamado El Gran Salto Adelante, que sustituía las estructuras sociales tradicionales imperantes en China por unas docenas de miles de comunas en las que tenían que reorganizarse 60 millones de campesinos. Como este Gran Salto Adelante resultó un fracaso y provocó hambrunas en las que perecieron cerca de 20 millones de campesinos, Mao, que en el año 1966 era ya septuagenario, tuvo que hacer un nuevo plan para liquidar a sus compañeros en la cúpula del partido y asegurarse las riendas del poder; ese plan fue la Revolución Cultural, una de las mayores catástrofes que les pasaron a los pobres chinos. Se basó en la fuerza entusiasta de la juventud, se basó en el espíritu de rebeldía característico de esa edad que estaba tan prestigiada en los años sesenta (y así uno de los lemas maoístas para dar impulso a la Revolución Cultural era "¡Es justo rebelarse!". Otros lemas de Mao son aún más sorprendentes en un líder político, por ejemplo "¡Bombardead los cuarteles!"). Gracias a estas operaciones purgó el partido comunista chino de todos sus enemigos y tomó el poder absoluto, que era de lo que en realidad trataban aquellos lemas baudelerianos y rimbaudianos... El ritual seguía los siguientes pasos: en plena asamblea multitudinaria, se gritaban algunas acusaciones a tal o cual cargo del partido; se le hacía salir de la masa y ascender a la tarima. Se le subía a una silla, se le colgaba un cartel del cuello donde aparecía su nombre tachado y las acusaciones que se le hacían, fuese la de "terrateniente", "campesino rico" o "persona indeseable" por cualquier motivo. Se le encasquetaba el capirote. Luego para evitar que clamase pidiendo piedad se le dislocaba la mandíbula y se le llevaba a fusilar, o se le hacía repetir, cientos, a veces miles de veces, el auto de fe. El fotógrafo Li Zhensheng fue protagonista y testigo de los horrores de la Revolución Cultural, de los rituales de humillación de los réprobos, de sus fusilamientos; protagonista, porque entonces era joven (nació en 1940) y como fotógrafo de un diario organizó un grupo de guardias rojos con los que libró las letales luchas por el poder o la muerte en el diario, y porque cuando llegó el turno fue purgado a su vez y condenado a algunos años en el agro; y testigo porque como fotógrafo tomó y preservó las imágenes de aquellos linchamientos públicos... 60.000 fotografías son el resultado de aquellos años de trabajo, que supo esconder durante años, esperando a la ocasión propicia para mostrarlas, 60.000, de las cuales, tras un proceso de depuración lento y laborioso a cargo de los comisarios de la exposición Soldado rojo de las noticias, una selección de 150.

"Primero acogí la Revolución Cultural con entusiasmo, porque nos prometía un estado de revolución permanente y de progreso económico insólito luego, fui desarrollando recelo, y temor, y dudas, y creo que en los encuadres que elijo para las fotos se nota esa creciente convicción de que estábamos viviendo una especie de locura o aberración. Acabé odiando con todas mis fuerzas todo aquello". Para que estos documentos se hayan preservado ha tenido que existir el señor Zhensheng, fotógrafo de periódico en la ciudad de Harbin, al pie de las estepas rusas, en la provincia de Heilongjiang; un periodista al que le tocaba asistir a las fiestas públicas y las ceremonias multitudinarias de las que había que informar, y que tenía la extraña costumbre de permanecer una vez concluida la parte "oficial" de la ceremonia, es decir, mientras se desarrollaban los repetitivos y desazonantes juicios públicos de los que no se publicaría foto alguna, así que ¿para qué quedarse? Pero Zhensheng se quedaba con su Leika y su Rollei, y gastaba el precioso, caro cliché que ha mantenido oculto durante décadas y ahora nos muestra.

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