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Barcanova reinvidica la narrativa de Maria Aurèlia Capmany

La colección Càlam, que publica la editorial Barcanova, se amplia con tres nuevos títulos: Feliçment, jo sóc una dona, de Maria Aurèlia Capmany, Paradisos invisibles, de Hermínia Masana, y El pont de fusta, de Maria Carme Roca. "Apostamos por recuperar parte de la obra de Maria Aurèlia Capmany. Su figura nos interesa tanto como escritora, como por su papel de mujer comprometida con la sociedad catalana. Muchos de sus libros tienen una gran vigencia, aunque otros han perdido actualidad por los avances sociales de los últimos años", explicó el editor de Barcanova, Albert Lázaro, en la presentación de los libros.

Feliçment, jo sóc una dona narra la lucha de una mujer rebelde, Carola Milà, contra un sistema social en el que el machismo es ley. Para conseguir la independencia económica, la protagonista de la novela se verá obligada a dedicarse a la prostitución de lujo. "Es una obra de madurez en la que aparecen los tres ingredientes básicos de la narrativa de Capmany: la mujer, el recuerdo y la historia. Se publicó por primera vez en 1969. A través de las vivencias de Carlota Milà, la autora retrata la Barcelona de la primera mitad del pasado siglo", dijo Lázaro. El año que viene, Barcanova reeditará otras dos obras de Capmany: la novela juvenil Malefici de la reina d'Hongria y Vés-te'n, ianqui.

En su primera novela, Paradisos invisibles, la periodista Hermínia Masana mira de soslayo a la sangrienta historia reciente de Argelia. "Con este libro quiero llamar la atención sobre conflictos que se olvidan repentinamente. Esto es lo que ha ocurrido con Argelia, cuyo drama está muy lejos de solucionarse", afirmó Masana.

Historia

Por su parte, El pont de fusta es una nueva entrega de un género inagotable para la literatura contemporánea catalana: la novela histórica. La obra de Maria Carme Roca narra el viaje que realizó -en el verano de 1342- el rey Jaume III de Mallorca para entrevistarse con el monarca catalán Pere III. Aunque ambos eran cuñados, sus relaciones pecaban de poco amistosas. Cuando el barco llegó a la playa de Barcelona, los mallorquines construyeron un puente de madera que conectaba la embarcación con el convento en el que se alojaba Jaume III junto con su esposa, la reina Constança. El visitante se cubría así las espaldas para huir veloz si la audiencia se torcía.

La versión de los anfitriones era muy distinta: Jaume III tramaba un complot para secuestrar al rey catalán. "He buscado un equilibrio entre los personajes femeninos y masculinos. Quería dar voz a las mujeres, acalladas en toda la Edad Media. Por eso, la reina Constança tiene un gran protagonismo. La novela refleja una Barcelona que está a punto de entrar en el Renacimiento y que pronto se sumirá en la miseria por una terrible epidemia de peste", apuntó la escritora.

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