'Efectos loop'
El pasado fin de semana se cerró el certamen Off loop, que complementaba con un ambicioso programa de intervenciones videográficas diseminadas por la ciudad la feria- festival de videoarte ubicada en el hotel Barceló Sants entre los días 18 y 28 de noviembre. Durante una decena de días Barcelona ha sido recubierta con una extensa piel de película, quizá poco espectacular para los media convencionales, pero de suficiente extensión y calado como para ensayar una pequeña reflexión sobre loop, con sus aciertos, defectos y, sobre todo, sus posibles efectos a corto plazo. La ocasión lo merece, habida cuenta que planea alrededor del festival la posibilidad de convertirlo en el germen del tan deseado evento de arte contemporáneo que la ciudad debe ofrecer al contexto internacional más allá de sus activos naturales.
En primer lugar, es casi imprescindible sumarse a la impresión general de que esta segunda edición de una feria de videoarte viene a demostrar el acierto que supuso en su momento imponer un viraje y transformar la vieja iniciativa de utilizar las habitaciones del hotel Sants para una discutible puesta en escena de instalaciones ahogadas en la trampa del lugar y las circunstancias. El año pasado, al centrar el evento bajo el epígrafe del videoarte, la iniciativa se salvó de un naufragio anunciado y, a nuestro entender, con esta segunda edición, ha consolidado el acierto de la decisión.
La segunda consideración nos parece que también es compartida por buena parte de los visitantes de la feria: esta edición ha sabido dar un salto cualitativo más que notable en relación a su primera puesta de largo. En efecto, Loop'04 ha conquistado un plus de calidad en los dos frentes más importantes: conseguir que en la feria se animara a participar una larga serie de galerías de trayectoria solvente y, como consecuencia de esta premisa, que se ofreciera una parrilla de trabajos con un nivel de interés general notable. Naturalmente que en este capítulo sobre la calidad de los trabajos presentados en Loop'04 podríamos encallarnos fácilmente e inventar un falso debate respecto de si los vídeos premiados y los comprados por coleccionistas e instituciones eran verdaderamente lo más interesante de la feria; afortunadamente, todavía hay lugar para que cada cual ejercite un gusto y un interés personal. Lo importante es que el conjunto de trabajos, combinando artistas de nuestro entorno con figuras consagradas, trabajos nuevos con producciones conocidas, registros tan múltiples como el documental, la animación o tantos otros, ofrecía un programa general interesante.
La tercera reflexión que quisiéramos anotar todavía nos obliga a celebrar el perfil del certamen. Nos referimos a la importancia que se ha concedido a la posibilidad de aprovechar el encuentro para organizar los engranajes necesarios que facilitarán un flujo constante de muchos agentes implicados en el sector (no sólo galeristas y artistas, sino coleccionistas, responsables de las compras y las programaciones de distintas instituciones) sabedores que el mayor haber para un certamen de estas características, al fin y al cabo, puede resumirse en la labor de facilitar una serie de cruces y relaciones que han de ser productivas a medio y largo plazo.
A pesar de esta colección de elogios, por supuesto que Loop'04 también permite abrir una serie de interrogantes con un talante más crítico. Por ejemplo, nos parece evidente que una feria de videoarte debe calcular con mucha precisión su dimensión. Los trabajos en vídeo tienen la ventaja frente a las dispersas instalaciones de las anteriores ediciones hoteleras que facilitan el centro de atención; pero también es cierto que el vídeo demanda para esta misma atención un mayor grado de concentración que difícilmente puede ofrecer una habitación de hotel sin acomodo alguno para visionar, en ocasiones, trabajos de larga duración. En fin,que es obvio que forma parte de cualquier oferta el inclinarse por una dimensión tan panorámica y completa como sea posible; pero eso casi siempre obstaculiza un buen consumo de esa misma oferta. Sobre este mismo punto podría sobreentenderse que el problema se agrava con complementos tan ambiciosos como el extenso programa del Off loop; pero no es por ahí por donde queremos apuntar nuestra crítica. El programa parale-
lo tiene otra función y otro papel que el que se le supone a la feria; el Off loop, ubicado en plena ciudad (en 130 espacios y mostrando alrededor de 300 trabajos), ejerce un papel de otro orden, más cercano a cuestiones de otro calibre (reformular los espacios de difusión de la producción, apoyar a jóvenes creadores, reinventar la idea del público). El verdadero interrogante que lanzamos es el que obliga a afrontar la disyuntiva de optar a modificar el emplazamiento o redimensionar la oferta acorde con las garantías en un corredor de habitaciones.
La última reflexión que nos gustaría formular es de un perfil bien distinto. La cuestión ahora, tras sopesar algunas de las ventajas e inconvenientes de Loop'04 (entre los cuales sería interesante disponer de margen para cuestionar la implícita idea de considerar el videoarte como una disciplina o especialización del arte contemporáneo, lo cual sólo podría ser consecuencia de la barbaridad de confundir los instrumentos y los medios con los temas y las inquietudes que pueden vehicularse con ellos) es la de tomar partido respecto de si puede producirse un efecto loop que resuelva esa extraña urgencia que padece Barcelona por organizar un evento de arte contemporáneo susceptible de ser atractivo en el ámbito internacional. A nuestro juicio esto todavía es lejano pero perfectamente posible si el evento en cuestión continúa practicando un ejercicio autocrítico que lo mejore, si no se inclina por desmedirse y, sobre todo, si consigue que aumente el apoyo institucional -ahora del 20%- sin que ello suponga demasiadas intromisiones. Barcelona, en última instancia, con una pátina de bondad que camufla su natural inclinación al espectáculo, siempre ha deseado una feria de arte, un evento más cercano a la órbita de las industrias culturales que a los problemas e investigaciones que, afortunadamente, ya se canalizan mediante las actuaciones de buena parte de las instituciones artísticas de la ciudad. Percatarse de ello podría ser el mejor efecto loop.
Martí Peran es crítico de arte.
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