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Entrevista:ANA NOYA | Bailarina de la Compañía de Víctor Ullate | LOS ESTUDIOS DE DANZA

"No es una vida fácil. Es duro física y mentalmente"

Ana Noya, 37 años, empezó en la danza de casualidad. Tenía 15 años y al pasar del colegio al instituto le apetecía seguir haciendo un poco de ejercicio. Así que se apuntó a un gimnasio cerca de su barrio y fue allí donde alguien le animó: ¿por qué no te apuntas a clase de ballet?

"Hasta entonces sólo había bailado en casa cuando escuchaba la radio. En el colegio teníamos ballet como una actividad extraescolar, pero a mí nunca se me había ocurrido apuntarme. Es más, las niñas que sí lo hacían me habían parecido siempre unas cursis...".

Ana era ya más que una adolescente cuando empezó a bailar y aquello le gustó. Era evidente que tenía cualidades, así que a los 18 años se pasó a la Escuela de Danza de Víctor Ullate. Y en 1988, cuando se creó la compañía, entró a formar parte de ella. "Yo lo único que quería en aquella época era poder ganarme la vida con esto, aunque tuviese que bailar en la última fila del grupo de baile".

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El baile de los principiantes

Dieciséis años después, Ana sigue bailando en la compañía de Ullate. Su vida es bastante agitada. Si no está de gira, empieza a calentar músculos a las nueve y media de la mañana. A las 10.00 tiene su primera clase y a las 11.45 comienza los ensayos hasta las seis de la tarde, con una hora para comer. "No es una vida fácil. Te tiene que gustar viajar. Es duro física y mentalmente. Hay veces que estás lesionada y tienes que sacar adelante una actuación o preparar una función en tiempo récord. Además, tienes que encontrar tu sitio, si no, puede ser terrible... porque el grado de frustración no depende de si bailas mejor o peor, sino de si le gustas al director o al coreógrafo".

Ana asegura que a medida que se cumplen años se baila mejor, porque uno se conoce más. Aun así, ella no sabe cuánto tiempo le queda para seguir haciéndolo. Desde el principio fue consciente de que es una profesión incompatible con el paso del tiempo, que se termina pronto. "Cualquier día me puedo levantar de la cama y decidir dejarlo".

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