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Reportaje:LOS ESTUDIOS DE DANZA

El baile de los principiantes

Alrededor de 12.000 alumnos cursan alguno de los tres grados de danza en los conservatorios

Cuentan los que saben que no se baila con los pies, sino con la cabeza. Que dedicarse a la danza no es hacerlo a una profesión cualquiera, sino casi a una religión, a una manera global de vivir. Y todo debe comenzar muy pronto. Los estudios de danza pertenecen a las enseñanzas artísticas (como la música o el arte dramático). Tienen tres grados: elemental, medio y superior. Y se imparte en conservatorios o centros privados autorizados. En total, en España estudiaban danza 11.927 alumnos (el 92%, mujeres) en el curso 2001-2002, según los últimos datos del Ministerio de Educación. En cualquier caso, para ser bailarín no hace falta estudiar en un conservatorio, se puede preparar en una academia privada. Las hay muy prestigiosas.

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El primer peldaño comienza cuando el niño tiene ocho años. A esta edad los chicos reciben una formación básica en danza (en el conservatorio es el grado elemental). Lo hacen casi como si estuvieran jugando, porque lo que se dice bailar, no se hace hasta mucho más tarde. Pronto se sabe qué niño está dotado para el movimiento y la música. "El primer día de clase lo ves. En la mirada, en su actitud, en su forma de entender la danza", señala la directora del Real Conservatorio Profesional de Danza de Madrid, Virginia Valero.

En las clases siempre hay muchas más niñas que niños. "Pero el chico que viene al conservatorio es porque lo tiene claro. Es ambicioso, luchador. En el caso de ellas, algunas llegan hasta aquí por decisión de sus padres, aunque después les guste", dice.

El físico también ayuda. Tener pies cavos, las piernas largas, elasticidad, ser orgánico en los movimientos, son características que se piden a cualquier futuro bailarín. "Baila el que puede, no el que quiere", señala Víctor Ullate, coreógrafo y director de la compañía que lleva su nombre. Ullate tienen una escuela de danza en la que se han formado bailarines que hoy son grandes figuras de las compañías más importantes del mundo. Nombres: Tamara Rojo, Ángel Corella, Lucía Lacarra, Ígor Yebra. "Aunque, claro, siempre hay sorpresas. Niños que pensabas que no iban a bailar y lo consiguen gracias a que han utilizado mucho el cerebro. Aquí no vale eso de que 'como no vale para estudiar, que baile", sigue Ullate.

El segundo peldaño (y no todos los que han hecho grado elemental acceden) continúa a los 12 años.

En el conservatorio corresponde al grado medio. Aquí las cosas se ponen más serias: se buscan verdaderos profesionales. Hay tres especialidades: danza clásica, española o contemporánea. Para acceder a alguna de ellas hay que efectuar también una prueba de ingreso, aunque se haya cursado el grado elemental.

El grado medio se prolonga durante seis cursos, varias horas al día. Se termina a los 18 años. Durante este tiempo, los chicos que se están formando se las tienen que ingeniar para combinar la danza con los estudios de secundaria en el instituto. Aun así, una vez que han llegado, muy pocos abandonan este nivel, a pesar del esfuerzo que supone. Para hacerse una idea, éste es el horario de los alumnos del Real Conservatorio Profesional de Danza de Madrid: entran a las nueve de la mañana en el conservatorio, salen a las tres, comienzan las clases en el instituto a las cuatro y terminan a las nueve de la noche.

La formación de la danza es muy completa. "Se desarrolla la concentración, el esfuerzo, la creatividad, la memorización, el análisis, la reflexión", asegura Valero. "Niños que no van bien en la escuela, empiezan a ir mejor desde que se inician en la danza. Cuando les haces pensar en algo que les gusta, crece su autoestima".

El último peldaño formativo es el grado superior. Y más que a bailar, está enfocado a la enseñanza y la coreografía. En España existe desde hace cuatro años. Y hay dos modalidades: Pedagogía de la Danza y Coreografía y Técnicas de Interpretación. Para acceder a una de ellas es preciso superar una prueba de acceso. Son cuatro años y equivale a una licenciatura, aunque sus alumnos se quejan de que "no son reconocidos como verdaderos universitarios" y, por tanto, no se benefician de las ventajas de serlo.

"Con el grado superior lo que se busca es que el bailarín madure los conceptos y desarrolle unas capacidades más allá de la técnica, fruto de la investigación, el análisis y la integración de otras disciplinas relacionadas con la danza", señala Alberto García, director del Instituto Superior de Danza Alicia Alonso.

Muchos de los que se forman para ser bailarines se integran en una compañía a los 18 años. Es la meta. Pero no todos lo consiguen. Y aun así hay otras salidas: desde escenógrafo a profesor. "La cuestión es canalizar tu pasión por la danza en una profesión concreta", cuenta la profesora de danza Eva López Crevillén. Ya lo dice Ullate: "La danza es muy noble, todo lo que le des te revierte".

Una clase en el Real Conservatorio Profesional de Danza de Madrid.
Una clase en el Real Conservatorio Profesional de Danza de Madrid.SANTI BURGOS

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