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Powell se reúne hoy en Jericó con la nueva dirección palestina

Washington se compromete a apoyar los comicios para elegir al sucesor de Arafat

Estados Unidos se dispone a apadrinar los comicios presidenciales palestinos, previstos para el próximo 9 de enero, de donde deberá surgir el sucesor del fallecido Yasir Arafat. El secretario de Estado, Colin Powell, será el encargado de anunciar oficialmente el compromiso de la Casa Blanca en el transcurso de la visita relámpago que realiza hoy a Israel y a los territorios palestinos, donde tiene previsto entrevistarse con sus máximos responsables.

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Nunca la Administración republicana de George W. Bush había hecho un gesto tan amigable hacia los palestinos, aunque la decisión de apadrinar las elecciones palestinas tiene precedentes. En 1996, la Casa Blanca, entonces en manos demócratas, ya patrocinó y supervisó estrechamente la celebración de las primeras elecciones presidenciales, si bien el clima era mucho más propicio, en plena euforia de la firma de los Acuerdos de Oslo.

Esta vez el padrinazgo es más complicado. Sin embargo, la Administración norteamericana parece dispuesta a implicarse mucho más; no sólo respalda los comicios, sino también viene preparada para presionar a las autoridades israelíes para que la consulta pueda llevarse a término sin obstáculos y contratiempos, según declaró ayer el secretario adjunto de la diplomacia norteamericana, William Burns, en el transcurso de una serie de entrevistas preparatorias de la visita de Powell.

"En particular estoy aquí para demostrar el firme apoyo americano a estas elecciones presidenciales", declaró Burns a la prensa en Ramala, minutos después de que se entrevistara en la capital cisjordana con el presidente interino Rohui Fatú, con el primer ministro, Ahmed Qurei, y con el jefe de la Organización para la Liberación de Palestina, Mahmud Abbas. El emisario norteamericano no desveló hasta qué punto y en qué aspectos EE UU está dispuesto a presionar a los israelíes para hacer posibles los comicios.

Los palestinos consideran que la celebración de estas elecciones sólo pueden llevarse a término si el Gobierno israelí toma una serie de decisiones. La primera y más importante es permitir que los comicios se lleven también a cabo en Jerusalén Este, lo que supone no poner trabas a la apertura de los colegios electorales y a la inscripción de votantes, lo que supondría un cambio radical respecto a la postura mantenida hasta ahora y que llevó en las últimas semanas a clausurar media docena de centros, incautarse del material y detener a los empleados. En Jerusalén viven alrededor de 250.000 palestinos, que reclaman el derecho a votar. Pero además el Gobierno palestino pide de los israelíes que se levante el asedio de las ciudades de Cisjordania y Gaza, se dejen en suspenso las operaciones militares y se cree el clima de confianza imprescindible que permita a la gente salir a votar

Colin Powell, que llegó anoche a la zona, tiene previsto reunirse esta mañana en Israel con el primer ministro, Ariel Sharon, y con el responsable de Exteriores, Silvan Shalom. Luego viajará a Jericó, en el valle del Jordán, para reunirse con la nueva cúpula palestina. La decisión de la Administración norteamericana de no celebrar la reunión en Ramala ha levantado rumores que especulan con la posibilidad de que la Casa Blanca no quiere que ninguno de sus representantes se vea obligado a rendir homenaje en la tumba de Arafat.

Reapertura del diálogo

La visita de Powell a los territorios supone la reanudación de un diálogo entre la Autoridad Nacional Palestina y la Casa Blanca, que quedó interrumpido hace dos años, cuando una vez celebrada la cumbre que lanzó oficialmente la Hoja de Ruta, se interrumpieron los contactos como fórmula de represalia al presidente Arafat. La voluntad de la nueva Administración republicana de comprometerse con una solución del problema contrasta con la actitud de George W. Bush al principio de su primer mandato, cuando tardó meses en retomar su compromiso, lo que permitió a Sharon actuar libremente con métodos contundentes.

En un gesto para demostrar su fuerte compromiso, la Casa Blanca no ha enviado a Powell con las manos vacías. El secretario de Estado viaja a la zona con una ayuda de 20 millones de dólares (15,33 millones de euros) para colaborar con la Administración de Ramala, sumida en momentos difíciles.

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