El nuevo 'sheriff' tejano
Sáez-Merino ficha a un director general ajeno a la familia propietaria
La segunda generación de los Sáez-Merino (propietarios del grupo del mismo nombre fabricante de las marcas Lois, Cimarron, Caroche y Caster) ha decidido profesionalizar la gestión con el fichaje, este mes, de un director general ajeno a la familia. Una decisión "meditada" durante mucho tiempo, que se ha concretado tras el fuerte ajuste de empleo llevado a cabo por la empresa.
Su facturación se ha reducido de 130,9 a 109,8 millones de euros entre 2002 y 2003 y este año va a entrar en pérdidas
El grupo valenciano va a cerrar cuatro de sus ocho plantas de confección en España y a subcontratar su producción en tres factorías en Marruecos
La empresa valenciana ha dado varios pasos importantes este año. El último ha sido situar en la dirección general a un ejecutivo ajeno a la familia. Rafael de Gaminde (Bilbao, 1963) sustituyó el 5 de noviembre en el cargo a Vicente Sáez-Merino, que lo venía desempeñando desde 1993. Fuentes del grupo mencionan la experiencia de De Gaminde en otras empresas familiares y destacan su trabajo en las áreas financiera y logística. El directivo trabajó, entre otras, en Inmobiliaria Electra, de la familia Serratosa Caturla.
Vicente Sáez-Merino, propietario del negocio a partes iguales con sus dos hermanos, pero el único vinculado a la gestión, pasa a ocupar el cargo de consejero delegado. No se desvincula de las decisiones, pero cede la gestión del día a día al nuevo ejecutivo.
De Gaminde, de momento, ha esgrimido su apuesta por un modelo de gestión "humanístico", en el que se busca una mayor participación de los trabajadores en la evolución del negocio (su primera decisión, por ejemplo, ha sido ampliar el comité de dirección a representantes de todos los departamentos) e impregnado de un "inconformismo permanente", puntualizan las fuentes consultadas.
La decisión de profesionalizar la gestión de Sáez-Merino fue tomada hace algún tiempo aunque se aparcó durante la negociación del expediente de regulación de empleo presentado en el pasado mes de julio y cerrado a finales de octubre. Tras una caída sostenida de resultados en los últimos años -la facturación ha bajado desde 130,9 millones de euros en 2002 hasta los 109,8 millones de euros el año pasado y los beneficios han caído de nueve millones a algo más de 2,74 millones de euros en 2003, con una previsión de pérdidas para este ejercicio- y con la vista puesta en 2005, año del inicio de la liberalización del sector, el grupo anunció el cierre de cuatro de sus ocho plantas: tres de ellas -ubicadas en Torrent, Ayora y Carcaixent- en la Comunidad Valenciana y la cuarta en Casas Ibañez (Albacete), así como un ajuste de empleo en una quinta.
Todas las plantas afectadas forman parte de la división de confección de prendas y el ajuste supone el despido de 542 de una plantilla que supera las 1.600 personas. La dirección argumenta la decisión en la necesidad de "maniobrar" en un entorno en el que sus competidores fabrican en países con menores costes laborales, lo que les permite vender a un precio inferior. También defendió el paso como necesario para garantizar su viabilidad futura.
La negociación, en cualquier caso, ha aplazado el cierre de dos plantas (Ayora y Casas Ibañez) hasta el 31 de diciembre de 2005, periodo con el que se pretende dar tiempo para que la Generalitat Valenciana y la Junta de Castilla-La Mancha pongan en marcha medidas de empleo y reindustrialización a estas zonas.
El cierre de estos centros se ha conjugado con la decisión de la empresa de subcontratar en tres plantas de Marruecos la producción que dejará de realizar en España. Sáez-Merino encargaba en el exterior hasta la fecha entre un 10% y un 15% de su producción, y desde mediados de año subcontrata la mitad de su producto de confección.
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