Liberada la rehén polaca Teresa Borcz, secuestrada en Irak
La insurgencia multiplica sus ataques en Bagdad y en el triángulo suní
Teresa Borcz Jalifa, de 54 años, dijo ayer a su llegada a Varsovia: "Me encuentro bien; soy libre". Secuestrada el 28 de octubre en Bagdad, fue liberada ayer sin que ella ni el Gobierno polaco explicaran (por razones de seguridad) los detalles de esa liberación. Al igual que la británica Margaret Hassan, asesinada la semana pasada, Teresa Borcz llevaba 30 años en el país y está casada con un iraquí.
La Media Luna Roja aún no tiene el permiso militar para repartir alimentos en Faluya
"Es un momento muy feliz", dijo en una rueda de prensa celebrada en Varsovia. Teresa Borcz aseguró que sus captores le trataron bien, aunque estuvo encerrada en una "habitación muy pequeña, pero limpia, y con los ojos vendados". Se negó, igual que el primer ministro polaco, Marek Belka, a dar detalles de su liberación. "No puedo dar detalles de las circunstancias por dos motivos: primero, por razones de seguridad relacionadas con nuestra gente... y en segundo lugar porque nuestros aliados me han pedido que no diga nada". Pero después añadió: "Oficiales de diferentes servicios han tomado parte con cooperación de instituciones de varios países". Polonia tiene desplegados 2.500 soldados en la región centro-sur de Irak y se encuentran al mando de la llamada división multinacional en la que estuvieron encuadradas las tropas españolas.
Ayer, los ataques se multiplicaron en el triángulo suní (Ramadi-Bagdad-Tikrit). La jornada fue muy violenta en Bagdad. Cuatro empleados del Ministerio de Obras Públicas fueron asesinados a tiros. En el barrio de Amariya, donde el viernes los soldados norteamericanos asaltaron una de las principales mezquitas suníes, grupos de insurgentes con la cara cubierta y armados con Kaláshnikov y lanzagranadas PRG-7 trataron de tomar una comisaría de policía: tres guardias nacionales iraquíes resultaron muertos en una batalla callejera. Horas después, un coche bomba explotó en uno de los puentes que cruzan el río Tigris, muy cerca de la fortificadísima zona verde, donde se encuentran las principales oficinas gubernamentales y la Embajada de EE UU. El objetivo era un convoy de contratistas de seguridad occidentales; al menos un iraquí perdió la vida. Otro convoy militar fue atacado en el centro de Bagdad: un soldado perdió la vida y nueve resultaron heridos.
En Faluya, a 50 kilómetros al oeste de la capital, prosiguen los combates. Dos marines perdieron la vida y otros cuatro resultaron heridos en una emboscada en una zona que parecía segura. Los insurgentes presentan fuerte resistencia en los barrios del sur y en otros emergen de las ruinas de las viviendas para atacar a los soldados. La peligrosidad impide la entrada de ayuda a los civiles. La Media Luna Roja aún no ha obtenido el permiso militar para distribuir alimentos, agua y medicinas. Con los soldados muertos ayer, son ya 1.216 los fallecidos desde el inicio de la guerra. El temor es que Faluya sea el detonante e inflame todo el triángulo suní, donde vive el 20% de la población de Irak multiplicando la violencia. La media de ataques diarios es ahora de 140 frente a los 80 de hace un mes.
En el norte, en Mosul, la tercera ciudad del país con dos millones de habitantes, las tropas estadounidenses aún no han logrado recuperar su control tras tres días de combates. Ayer descubrieron nueve cuerpos con disparos en la cabeza. La insurgencia tomó hace una semana varias comisarías, se llevó armas y uniformes y mantiene en jaque a los estadounidenses en el este. Los marines establecieron ayer un bloqueo en torno a Ramadi, situada a 100 kilómetros al oeste de Faluya, y pidieron a la población mediante panfletos "la entrega de los terroristas". Hubo combates y al menos cinco personas perdieron la vida.
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