Garzón encarcela al etarra Urrestarazu por colaborar en el asesinato de dos trabajadores
El juez le imputa por acusación falsa al haber implicado en crímenes a dos detenidos
El juez Baltasar Garzón ordenó ayer el ingreso en prisión de Ibon Urrestarazu Esnaola, de 43 años, y su compañera Alaitz Iturrioz Garmendia, de 29, por pertenencia a ETA y por colaborar en tres atentados que costaron la vida a dos personas. Ambos, según el auto del magistrado titular del Juzgado Central número 5 de la Audiencia Nacional, fueron reclutados por Ibon Fernández Iradi, Susper, en 2000, y se integraron en la sección de captación del aparato militar de la banda. Urrestarazu está imputado además por haber acusado falsamente a dos de los detenidos esta semana, que la policía dejó libres el viernes. A la otra arrestada que pasó a disposición judicial, Margarita Eizagirre, le impuso una fianza de 12.000 euros.
De los 20 detenidos esta semana por orden de Garzón, cuatro han quedado en libertad sin cargos (uno de ellos por enfermedad grave), siete están en libertad provisional bajo fianzas de entre 3.000 y 12.000 euros, y otros nueve han ingresado en prisión.
Pese a que en principio la policía relacionaba a Urrestarazu con nueve asesinatos, en virtud de lo que había declarado, finalmente Garzón sólo le imputa dos de esas muertes, las de dos trabajadores de la empresa Elektra el 22 de febrero de 2001, al explotar un coche bomba cuyo objetivo era asesinar al edil socialista de Ordizia Iñaki Dubreuil. Según fuentes jurídicas citadas por Efe, Urrestarazu realizó tres declaraciones ante la policía en las que fue cambiando su testimonio, y en la última modificó las acusaciones contra dos detenidos.
En el auto de ayer, Garzón relata que Urrestarazu se entrevistó con Susper en Beasain en fecha indeterminada, y aceptó colaborar con ETA, si bien indicó al dirigente de la banda que se lo tenía "que comentar" a su pareja, Alaitz Iturrioz, quien también accedió. En otra cita de ambos con Susper y Xabier Makazaga en el bar Xanti de Tolosa, la pareja ofreció su vivienda de Ordizia como piso de seguridad. Efectivamente, según el relato del juez, Susper y Ainhoa García Montero, Laia, residieron en dicha vivienda de diciembre de 2000 a marzo de 2001 y ocultaron allí explosivos.
La pareja adquirió dos teléfonos móviles para la organización, uno de los cuales se utilizó para reivindicar dos atentados en San Sebastián el 16 de agosto de 2001, y diverso material para la confección de bombas; además prestó el vehículo de Iturioz, un Opel Corsa, a la banda.
Comprobar matrículas
El magistrado responsabiliza a Urrestarazu de haber comprobado la matrícula del vehículo del empresario Juan Bautista Rubio Beloki, por no pagar la extorsión llamada impuesto revolucionario, y haber aportado datos para la colocación de una bomba que no estalló al descolgarse el tubo de escape del turismo.
También consiguió la información para atentar contra el concejal socialista de Ordizia Iñaki Dubreuil. Garzón relata que Iturrioz aprovechó la circunstancia de que realizaba el mismo trayecto en tren que el edil desde esa localidad hasta Martutene para obtener datos sobre el político y su escolta, además de constatar "la escasez de medidas de seguridad que solía tomar". El coche bomba dirigido contra el concejal mató a dos trabajadores de la empresa Elektra.
Susper solicitó también a Iturrioz informaciones sobre José Miguel Latasa Getaria, ex preso de ETA; el concejal del PP de Beasain Julio Herreros y el edil socialista de Lazkao José Antonio Dopasom, cuyos datos se hallaron en poder del comando Buruntza. La bomba dirigida a Herreros (con 15 kilos de explosivo) estalló el 9 de marzo de 2001 junto a la sede de Correos de la localidad guipuzcoana y sólo produjo daños materiales. La banda explicó posteriormente que iba destinada al político popular.
Finalmente, la pareja entregó los explosivos que guardaban en su domicilio "entre mayo y junio de 2001 en el parking del lugar de trabajo de Iturrioz en Tolosa".
Por estos hechos Garzón atribuye a ambos los delitos de integración en organización terrorista, depósito de explosivos, dos homicidios terroristas consumados y dos en grado de tentativa (uno sólo para Iturrioz). A instancias del fiscal, ordenó su ingreso en prisión.
Además, Garzón imputa un delito de acusación falsa a Ibon Urestarazu, algo infrecuente en los detenidos en relación con el terrorismo etarra. Urrestarazu aseguró en una de sus declaraciones policiales que Xabier Balerdi y Andoni Cobos estaban implicados en diversos delitos, por lo que fueron arrestados a primera hora de la tarde del jueves.
Según Urrestarazu ambos habían participado en el asesinato del presidente del PP de Aragón Manuel Giménez Abad, en mayo de 2001; en el de dos ertzainas en noviembre del mismo año y en el hasta ahora último atentado mortal de la banda terrorista, que acabó con la vida de dos policías en Sangüesa (Navarra) en mayo de 2003.
Pero Balerdi y Cobos fueron puestos en libertad a las diez de la noche del viernes, sin pasar siquiera a disposición judicial, al comprobar la policía que la imputación de Urrestarazu era falsa.
Respecto a la tercera persona que prestó declaración ayer ante el juez Garzón, Margarita Eizagirre, a la que imputa colaboración con organización terrorista, se le impuso una fianza de 12.000 euros que debía pagar en cinco horas para quedar en libertad. Eizagirre, amiga de Susper según el relato de Garzón, accedió en una cita con éste en Zestoa en febrero de 2001, a prestarle su piso para pasar un corto espacio de tiempo, "con conocimiento de la pertenencia a ETA" de Fernández Iradi y le entregó las llaves de la vivienda.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.