Un paseo bien aprovechado
Bajo la atenta mirada de Severiano Ballesteros, España mantiene el tipo, pero Inglaterra acelera
Escribió Mark Twain, el gran irónico, que jugar un partido de golf era echar a perder un buen paseo. No conoció a Severiano Ballesteros.
Ballesteros, el mito del golf español, no jugó ayer en Sevilla, pero se paseó por el campo diseñado por su amigo José María Olazábal. A grandes zancadas, a veces corriendo, por detrás y por delante de las cuerdas, siguió, un par de horas, los nueve primeros hoyos, los afanes de la pareja española, sus descendientes Miguel Ángel Jiménez y Sergio García, quienes, emparejados con los estadounidenses y gracias a la mano caliente de Jiménez en los greens con el putter, mantuvieron mejor que bien el tipo en la segunda jornada de la Copa del Mundo, el primer día de los foursomes.
La estrategia de juego -salida en los impares, que incluían tres pares-5 y los cuatro pares-3, de García, más largo, con lo que Jiménez tuvo la responsabilidad del putt en 15 de los 18 hoyos- funcionó y Ballesteros lo supo apreciar. Y la gente que le siguió, que le escuchó pontificar, opinar, toser, hablar y hablar, quejarse de la espalda, reírse de chistes verdes, anunciar su regreso inmediato a los campeonatos, discursear sobre las virtudes diuréticas de la infusión de cola de caballo.... La gente a la que le transformó una mañana de golf en un paseo bien aprovechado sobre hierba rye entre palmeras, pinos, solecillo y brisa lo disfrutó.
En una de éstas, se le acercó a Ballesteros un futbolista. "Seve, ¿sabes quién soy?", le dijo, gafas de sol, Alfonso, que jugó en el Madrid y en el Barça, que tiene en Getafe un estadio con su nombre, que calienta banquillo en el Betis... Ballesteros, habituado a este tipo de asaltos y culé declarado, mantuvo el tipo, pero dejó traslucir una expresión de extrañeza, mirada interrogativa a lo que el jugador, poco habituado a no ser reconocido, respondió rápido. "Soy Alfonso". "¡Hombre! ¿Qué tal?", le respondió. Y, tras un interrogatorio en el que Alfonso le dijo que ya se ve viejo y baqueteado con 32 años, le recomendó que antes de colgar las botas se fuera a jugar a los Emiratos Àrabes para "llevar algún recuerdo a su banco".
"Eso de recuerdo al banco se lo he dicho por una cosa que me pasó una vez", dijo luego Ballesteros. "Sam Snead, el mítico, cuando se jugaba algunos dólares en partidos con otros jugadores, siempre pagaba con un cheque. 'Así', solía decir, 'la gente, que es muy mitómana, prefería enmarcar el cheque y enseñárselo orgulloso a los amigos a cobrarlo'. Siguiendo esas enseñanzas, una vez que perdí 150 dólares con un jugador holandés, le envié pocos días después una carta con un cheque y una nota. 'Espero que guardes este cheque entre tus mejores recuerdos de golf', le escribí. Y él me respondió: 'Gracias por el cheque. Y, como bien sabes, yo guardo todos mis recuerdos de golf en el banco".
Después se encontró con Montserrat, la esposa de Jiménez, en un bugui-bugui, aparatosamente vendada. Le contó que se había quemado las piernas y un brazo friendo un huevo a su churumbel, que había empezado a arder el aceite, que le pasaron a la manga, a la bata, las llamas. La consoló y también le ofreció un consejo. Le dio un papel. "Vete a ver a este curandero de Santander, que hace una crema hidratante ideal", le dijo. Y mientras tanto, por dentro de las cuerdas, los ingleses, el dúo Luke Donald-Paul Casey, metía la directa y se lanzaba hasta el -19, otro paseo bien aprovechado.
Clasificación: Segunda jornada (foursomes): 1. Inglaterra, 125 golpes (-19). 2. Austria, 130 (-14). 3. España, Estados Unidos, Suecia, Suráfrica, Japón e Irlanda, 131 (-13). Hoy, fourballs.
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