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Columna
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La química

La cumbre del distanciamiento entre el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre y el presidente del PP, Joaquín Ramírez, se visualizó en un gesto. Tras varios días de bronca dialéctica, un periodista preguntó a De la Torre si había podido limar asperezas con Ramírez en un viaje en avión en el que coincidieron ambos dirigentes. El alcalde de Málaga dijo: "No he podido, yo viajo en turista y Ramírez en primera". Por aquella época Ramírez pretendía ser primer teniente de alcalde y la mayoría del grupo municipal del PP redactó una carta apoyando sus pretensiones. Ramírez nunca lo consiguió y terminó renunciando a su acta de concejal. En el congreso provincial, Ramírez aspira a ser reelegido y De la Torre a que en el equipo de Ramírez haya alguien con quién entenderse. En Málaga no hay un problema ideológico, sino de química entre dirigentes.

La discrepancia interna en Almería, vuelve a poner al PP al borde del precipicio. Este partido tiene un problema con las crisis. Los conflictos no llegan a los órganos de discusión. Terminan con la expulsión de uno de los contendientes y el resultado es demoledor. No hay más que ver la operación de Juan Megino. José Añez, presidente de la Diputación, tiene pie y medio fuera del PP y queda por ver quién le acompañará en la salida. Añez es un dirigente próximo al alcalde de El Ejido, Juan Enciso, y el presidente del PP, Gabriel Amat, el primer edil de Roquetas. En Almería hay un problema de química y otro de física. El segundo, tiene que ver con una discusión sobre la facción que está más lejos del centro. Del ideológico.

En Jaén, el presidente del PP y concejal de la capital, José Enrique Fernández de Moya, es la mayor oposición al alcalde, Miguel Sánchez de Alcázar. En esta ciudad la química entre ambos funciona tan mal, que los ediles del PP tienen espacios físicos distintos en el Ayuntamiento. Cada parte tiene despacho en una planta diferente. Comendador se presenta a la reelección en el congreso y frente a él tendrá a Javier García, que está respaldado por el alcalde. El peor enemigo de un político suele estar siempre entre las filas del propio partido y está claro que la física y la química, como ciencia, no es más que una explicación de lo inexplicable.

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