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NUEVA ETAPA EN ORIENTE PRÓXIMO

Los judíos de Gaza, más solos que nunca

Los 8.300 colonos de la franja se sienten traicionados por Sharon y no esperan nada bueno de los nuevos dirigentes palestinos

"No es un Gandhi; se parece más bien a los extremistas de Cachemira". Eran Sternberg, portavoz de los 21 asentamientos judíos de Gush Katif, en la franja de Gaza, no se refiere a los dirigentes palestinos más radicales, la dedicatoria es para Mahmud Abbas, el dirigente de la OLP preferido por EE UU e Israel para suceder a Yasir Arafat.

"Arafat ha muerto. Y con él, los acuerdos de Oslo", dice Debbie Rosen, asistente de Sternberg y madre de seis hijos. "Será la única, pero en esto coincidimos con Hamás", asegura la mujer. "Arafat sólo empleó el lenguaje del terror", añade. "Cuando llegó a Gaza en 1994 se desató una ola de terrorismo. Si siguen utilizando el terror, no habrá paz en 100 años".

"Hemos sido utilizados y traicionados" por el Gobierno de Israel, dice una portavoz

Aunque los portavoces de los asentamientos de Gaza, habitados por 8.300 judíos, repiten como una coletilla la frase pronunciada por el presidente estadounidense, George W. Bush, y por el Ejecutivo israelí -"Hay que encontrar un socio para la paz"-, no ven entre los políticos palestinos uno solo que sea merecedor de tal nombre.

"Estamos en Oriente Próximo. Tenemos que ser pacientes", dice Rosen. Muchos esquivan las preguntas directas; creen que nada pasa por sus manos: "No podemos influir en lo que pueda suceder. Hay muchas facciones entre los palestinos. Tendrán que ponerse de acuerdo", sostiene Yoshua.

El odio hacia los dirigentes palestinos se remonta varias décadas, pero el rechazo alcanza también al primer ministro israelí, Ariel Sharon, que ha logrado la aprobación en el Parlamento de su plan para la evacuación completa de Gaza. "¡Nos ayudó tanto!", dice Rosen. "Cuando llegamos aquí sólo había arena. Hablo de gente que vino hace 30 años. Hemos sido utilizados y traicionados. Durante su etapa como militar, Sharon luchó en Gaza. Y ahora le da este premio al terrorismo".

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La mujer afirma que los colonos van a continuar con sus protestas y manifestaciones. Es lo único que planean. No quieren hablar de lo que harán si la iniciativa del primer ministro sale adelante. "Ésta es nuestra casa y no hacemos planes para abandonar nuestro hogar", comenta. Debbie asegura que cuenta con un enorme respaldo dentro de su país. "Permanecer para siempre", rezan las pancartas desplegadas por todo Israel. Sin embargo, una mayoría de la población, y también de la Knesset, apoyan el repliegue total.

Para la ayudante del portavoz de los asentamientos, el plan de Sharon ha sido "una pésima sorpresa". "Nadie sabe por qué ha hecho esto". Y explica por qué considera inconveniente la retirada de este territorio ocupado: "Nos fuimos del Sinaí

[tras los acuerdos de Camp David entre Menájem Begin y el presidente egipcio Anuar al Sadat]. Y ahora nos disparan desde Rafah y trafican con armas y drogas a través de túneles conectados con Egipto. Si nos marchamos, nos dispararán desde Ashkelon [ciudad en el sur de Israel al norte de la franja]".

En la comunidad de Elei Sinaí, fundada en 1983, viven unas 370 personas. Proceden del asentamiento de Yamit, en la península del Sinaí, desmantelado a comienzos de los ochenta. "Nunca pensaron que podrían convertirse en refugiados por segunda vez. Y ahora en su tierra", dice Rosen mientras muestra a lo lejos las banderas egipcias en Rafah. "No puede entregar Gaza por nada".

Oasis entre alambradas

Gush Katif es un conjunto de comunidades, unas laicas y otras religiosas, dispersas de norte a sur por la franja de Gaza, aunque la mayoría se concentra junto a la frontera egipcia. Es un mar de invernaderos donde crecen verduras y flores. Y alambradas, muchas alambradas, para proteger a los colonos de los ataques que lanzan los resistentes palestinos desde las ciudades de Rafah y Jan Yunis, a tiro de piedra y de las balas de los francotiradores.

Canchas de baloncesto; las de fútbol, de hierba; parques infantiles y viviendas más que dignas en calles asfaltadas, jardines y explanadas de césped. Una carretera conduce a Palm Beach, a la orilla del Mediterráneo. La comunidad de Neveh Dekalim, donde residen 520 familias, es el paraíso para los colonos de Gush Katif. A su vera, al otro lado del asfalto, y del alambre, se amontonan inmundas casas de cemento habitadas por palestinos que huyeron del desempleo que azota Jan Yunis. La inmensa mayoría de los árabes que trabajaban en los asentamientos han perdido su empleo. Han sido reemplazados, "por razones de seguridad", según los colonos, por nepalíes y tailandeses. Pero también culpan a la Autoridad Nacional Palestina (ANP). "No quiere enviar gente. Aprecio su trabajo, pero la ANP exige sobornos para permitirles venir", dice Yoshua Zweig, cuya familia llegó desde Rumania en 1977.

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