A falta de un hervor
Curiosa coincidencia la programación simultánea de Macbeth y Nabucco en Madrid y Bilbao. Las dos óperas verdianas tienen título masculino y, sin embargo, los papeles fundamentales son los de ellas: Lady Macbeth y Abigaille, dos sopranos dramáticas de envergadura que demandan cantantes de corazón y tripas. La estadounidense Susan Neves lo es. Debutó en Bilbao hace unos años con Vísperas sicilianas, dejando una magnífica impresión. Su Abigaille tiene carácter. Y si su timbre suena en ocasiones algo metalizado, ella lo compensa a base de valentía, arriesgando en los agudos, intentando los pianísimos más osados, dando en todo momento consistencia a su difícil personaje. Si fuera menos voluminosa físicamente, seguro que estaría disparada su carrera, pero con sus kilos a cuestas tiene que ganarse cada noche un lugar al sol. Ella fue, en cualquier caso, el motor de la representación. Da gusto ver su entrega, su predisposición al riesgo. Cumplió también con suficiencia el barítono georgiano Lado Ataneli, aunque no remató del todo la faena en el cuarto acto. Insuficiente, para los niveles de la ABAO, Vladímir Vaneev; pasó prácticamente desapercibida Katharine Goeldner y apuntó buenas maneras a ratos Javier Palacios.
Nabucco
De Verdi. Con Lado Ataneli, Susan Neves, Vladímir Vaneev, Katharine Goeldner y Javier Palacios. Director musical: Antonello Allemandi. Director de escena: Fabio Sparvoli. Producción de la Ópera de Nápoles. Orquesta Sinfónica de Euskadi, Coro de Ópera de Bilbao. 53ª Temporada de la ABAO. Palacio Euskalduna, Bilbao, 13 de noviembre.
A la representación le faltó gas. La Sinfónica de Euskadi se mostró alicaída desde la obertura y Allemandi no consiguió ponerla mínimamente en órbita. A un nivel notable se mostró el coro dirigido por el maestro Dujin. La producción procedente del San Carlo de Nápoles es convencional, con muchas escaleras a lo Appia definiendo el espacio y frisos alegóricos ambientando la acción. Harina de otro costal es la dirección de actores y el movimiento coral, a todas luces torpe. Hay momentos que suponen una excepción: la escena de Abigaille al comienzo del segundo acto, por ejemplo, con Neves, otra vez, echando el resto.
Babelia
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