Amanecer en la autopista
Los embotellamientos en los accesos al centro se extienden a todas las capitales a primera hora de la mañana
María Dolores Torrecillas ve amanecer de lunes a viernes en la A-49. Igual que los miles de conductores que circulan a esa hora por la autovía Sevilla-Huelva para llegar desde el Aljarafe a la capital. María Dolores, una arquitecta murciana, vive en Bollullos de la Mitación y trabaja en la Plaza Nueva, en pleno centro de Sevilla. 14 kilómetros de autovía que sin tráfico recorre en 10 minutos pero que a las horas punta no baja de media hora. Por la mañana se sube en el coche a las 7.30, todavía de noche. Y se hace de día cerca de la salida de Gines-Bormujos, uno de los peores puntos del trayecto. "El tercer carril sólo llega a la salida anterior y aquí se forma el caos", dice.
Hoy no llueve, ni es lunes, el día de más atasco porque muchos sevillanos apuran el fin de semana en las playas de Huelva, pero el paso por la autovía discurre entre parones, suaves avances y más parones. Un cartel luminoso sobre la carretera advierte: "Atasco en 3 kilómetros". "Ayer ponía siete y eran más. Hoy pone tres y serán siete", advierte María Dolores, que cree que la situación sólo se puede aliviar si se construye la segunda circunvalación, la SE-40, y se amplía el tercer carril. Las dos grandes reivindicaciones de los vecinos del Aljarafe. El presidente de la mancomunidad de esta comarca, Juan Escámez, añade además la necesidad de mejorar los transportes públicos y apuesta por una línea férrea de cercanías que aproveche la infraestructura de la vía que une Sevilla y Huelva. "La mayoría de los pueblos tienen o han tenido estaciones, no es tan difícil", dice.
Hay una red de autobuses, pero el atasco es el mismo que para los coches. María Dolores se informó de los horarios, pero acabó deduciendo que tardaba más que por su cuenta. A las 7.55 su coche llega a la salida de Tomares-Castilleja de la Cuesta, otro de los puntos duros, donde los que vienen por la autovía circulan muy lentos pero los que esperan incorporarse a ella se desesperan parados. Pasadas las ocho de la mañana, su coche llega al "peor" momento: la unión de la A-49 con la SE-30. "Aquí nos vamos a parar otra vez", predice. Y no falla. Avanza muy lentamente en dirección al puente del Patrocinio, que conduce directo al centro pero que ella prefiere pasar andando porque ha descubierto una explanada justo antes del puente en el que aparca a cambio de 0,60 céntimos. Un cuarto de hora andando hasta el trabajo para estirar las piernas tras 35 minutos de atascos.
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