Hay vida en Riazor
El Depor derrota en un partido estupendo a un Levante que ratificó su gran arranque de Liga
Llegó el Levante a Riazor con toda su carga de vitalismo, con esa desfachatez para disfrutar del fútbol que hasta anoche le había permitido sumar tantos puntos como el Madrid. La efervescencia optimista de los chicos de Schuster resultó tan contagiosa que devolvió la vida a un estadio que estaba tomando aspecto de velatorio. Frente a un Levante magnífico, que ratificó todo lo que viene haciendo desde que se coló en Primera con pinta de comparsa, el Depor recuperó al fin el pulso de su juego. El gozo para Riazor fue doble: por el estupendo partido y por la victoria de los suyos, bienes que escaseaban últimamente en el feudo coruñés.
La retórica que envuelve al fútbol sirve a veces para sepultar algunas certezas muy simples. Tan simples como que el juego lo hacen los jugadores. Al Deportivo le pueden aquejar la rutina, el tedio, la desilusión o cualquier otra dolencia psicológico-existencial adecuada al caso. Pero, por encima de todo, el Depor estaba pagando el pésimo estado de forma de algunos futbolistas capitales. Dos de los más importantes, Luque y Valerón, se iluminaron anoche. Y los destellos del fútbol del Depor alcanzaron una intensidad que se añoraba desde el arranque de curso. El brillo se concentró especialmente en Luque, protagonista en casi todo lo bueno y que estuvo a punto de marcar un gol para recordar toda la vida, una vaselina desde su banda izquierda, a más de 35 metros de la portería, que salió escupida por el larguero. Con Luque y Valerón a la altura de sus papeles principales, lucieron también los acompañantes, encabezados por Sergio y Munitis.
DEPORTIVO 1 - LEVANTE 0
Deportivo: Molina; Manuel Pablo (Héctor, m. 64), César, Pablo Amo, Romero; Sergio, Scaloni; Munitis, Valerón (Mauro Silva, m. 80), Luque (Fran, m. 67); y Tristán.
Levante: Mora; Descarga (Juanma, m. 87), Culebras, Jesule, Harte; Etien, Celestini, Rivera, Nacho (Congo, m. 79); Sergio García y Manchev.
Gol: 1-0. M. 56. Dudoso penalti de Jesule a César, que transforma Tristán, quien marcó dos veces tras ordenar el árbitro la repetición del lanzamiento.
Árbitro: Rodríguez Santiago. Amonestó a Culebras, Harte, Jesule, César, Scaloni, Mauro Silva, Munitis y Etien.
Unos 20.000 espectadores en Riazor.
El Depor, tan felizmente reanimado, se encontró con un rival que avaló sin ninguna duda las razones de su rampante aparición en la Liga. La alegría, el descaro, el trabajo y el orden se concitaron en el equipo de Schuster. También los detalles de algunos jugadores, sobre todo el vértigo incontenible de Etien, aderezado con pizcas de astucia de Sergio García y del criterio de Rivera para el reparto. En una noche con apreciables deserciones entre el público, Riazor saboreó un choque vibrante, orquestado con un ritmo que casi nunca decayó entre dos equipos que no cesaron de replicarse. Cuestiones de rango imponían al Depor llevar la iniciativa, pero el Levante no se achicó por nada. Y aunque el grupo de Schuster atacase menos, sus acometidas resultaron, por momentos, más punzantes.
Al Depor le faltó más profundidad en la primera parte porque volvió a jugar sin delantero centro. Tristán recuperó su papel de alienígena, del que no salió hasta después del descanso. Parecía más entonado en la reanudación, cuando un golpe teatral acudió en su auxilio. A la salida de un córner, César se desmoronó en el área por un leve empujón de Jesule, y el árbitro se tragó la escena. Tristán tuvo que trabajárselo, ya que el juez volvió a hacerse notar ordenando la repetición del penalti. No falló el deportivista en ninguna de las dos ocasiones. El gol rescató a Tristán de su autismo y mantuvo encendida la llama del Depor ante un Levante al que Riazor siempre deberá agradecer el aliento vital que trajo consigo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.