"Creo que nuestra vía contra la malaria es prometedora"
"Hemos descubierto las reglas físicas y químicas para fabricar vacunas". El investigador colombiano Manuel Elkin Patarroyo (1946) está convencido de haber dado con la fórmula para que el sistema inmunológico pueda combatir no sólo la malaria, sino cualquier tipo enfermedad infecciosa. Tras la limitada eficacia de su primera vacuna sintética contra la malaria -con una media inferior al 30% en sus diversos ensayos-, en 1995 emprendió una "retirada estratégica" durante la cual asegura haber diseñado una estrategia para elaborar una vacuna con una protección superior al 95% y tenerla lista "en tres o cinco años".
Pregunta. ¿Cómo va su vacuna?
Respuesta. Para explicarlo de alguna forma, el parásito no emplea todo su cuerpo para entrar en contacto con las células humanas, lo hace a través de las extremidades, pero tampoco usa todo el brazo, sino sólo las manos. Durante estos años nos hemos dedicado a identificar los fragmentos de las proteínas del parásito involucrados en la invasión tanto de las células del hígado, como de los glóbulos rojos. Hemos averiguado las manos, las secuencias de unión, con que se agarra para atacar la célula así como su estructura química. En el merozoito [la forma del Plasmodium falciparum que agrede a los glóbulos rojos] hay 58 proteínas que median en la invasión de la célula sanguínea, de ellas 38 están identificadas y nosotros tenemos 32. En el esporozoito [las larvas que infectan las células hepáticas] existe una cantidad igual de proteínas. Si se quiere desarrollar una vacuna con más del 95% de efectividad se debe bloquear, por lo menos, 50 proteínas del merozoito y casi otras tantas del esporozoito.
"He ensayado los otros caminos que llevan a la vacuna y me he estrellado"
P. ¿Cómo lograrlo?
R. A través de la química. Hay que cambiar el orden de los aminoácidos de estos fragmentos de proteínas. Esto hace que la molécula se vuelva inmunogénica.
P. ¿Esta técnica funciona?
R. Ya lo hemos demostrado. Hemos reconocido estos fragmentos, los hemos elaborado químicamente, modificado y demostrado en animales que funciona.
P. ¿Cuántas moléculas han probado?
R. 32 de las 38 reconocidas en el merozoito. Está publicado en Angewandte Chemie, Proteins, European Journal of Structural Biology y varias revistas más. Las moléculas modificadas y elaboradas por nosotros inducen a altos títulos de anticuerpos y protegen a los monos. Ya sabemos las reglas de juego, desde el punto de vista físico y químico, para dar capacidad protectora a estas moléculas y la fórmula es extendible a otras enfermedades.
P. ¿En que consiste la vacuna?
R. En la mezcla de estos fragmentos. Ya hemos ensayado algunas. Básicamente se compondrá de entre 80 y 90.
P. ¿Será un compuesto estable?
R. No hay ningún inconveniente. Se harán por síntesis química en cualquier laboratorio. Uno de los problemas que se achacó a mi anterior vacuna fue que no era estable. [Recientemente Pedro Alonso, el director de un ensayo de una vacuna experimental que la OMS considera un "avance histórico" y que se elaboró con tecnología de Glaxo y financiación de Bill Gates, comentó que el producto de Patarroyo no estaba estandarizado]. Lo que pasó en el ensayo de Tailandia [dirigido en 1995 por el coronel estadounidense Ripley Ballou] fue que a Ballou le quedó mal sintetizada la molécula y dijo que la vacuna no servía.
P. ¿Qué diferencias hay entre la SPf66 y la que están diseñando?
R. La anterior tenía sólo cuatro fragmentos, 3 del merozoito y uno del esporozoito; la nueva necesitará 90. La SPf66 me abrió el camino.
P. ¿Y respecto a la vacuna anunciada hace tres semanas?
R. La de Glaxo toma una única mano de la membrana del esporozoito, pero sin modificar, y se introduce dentro del virus de la hepatitis B, que despierta una reacción inmunológica inespecífica, no contra la malaria.
P. ¿Los resultados de la SPf66 fueron mejores que esta vacuna?
R. Claro, y ya hace 12 años. En el artículo que acaba de publicar Pedro Alonso en The Lancet en octubre expone que la protección de la vacuna de Glaxo en niños es del 29,9% y del 57,7% en casos graves. Pero el propio Alonso publicó en The Lancet, en 1993, [muestra la revista en la que firma el artículo junto a Patarroyo] que en un ensayo en Colombia la eficacia fue del 38,8%. Y en 1996, en The Journal of Infectious Diseases decía que la tasa fue del 25% en niños de 1 a 5 años en un ensayo en Tanzania año y medio después de la tercera dosis.
P. ¿Cree que con el método de Glaxo se podrá alcanzar coberturas mayores a las logradas?
R. Para el 95% tendrán que seguir el camino que nosotros ya anduvimos. Yo usé coadyuvantes e inmunopotenciadores junto con la SPf66 en Colombia. Tuvimos de 40 a 250 veces más anticuerpos que con la vacuna desnuda, pero vimos que esto no nos proporcionaba más protección en monos o humanos. Vistos los resultados decidimos parar. Y esto quiero que quede claro. En 1995 decidimos que no íbamos a pinchar a una persona más porque vimos que por ese camino no íbamos a llegar a rebasar un máximo de 34% o 40% de eficacia. Optamos por buscar qué hacía falta para rebasar estos límites. Y en ello estamos.
P. Suena como si creyera que sólo usted conoce el único camino.
R. No, no. Lo que pasa es que yo he ensayado los otros caminos y me he estrellado. No digo que la nuestra sea la única vía, pero sí prometedora.
P. ¿Volverá a ceder la patente a la OMS?
R. No creo. Trataré de organizar la producción en cualquier país o asociarme con una industria, garantizando un coste bajísimo. Con la SPf66 donamos la patente y no se terminó en nada.
P. ¿Por qué está tan seguro de que funcionará su vacuna vistos los precedentes?
R. Hemos hecho ensayos con mezclas [uniendo varios fragmentos] y hemos incrementado los niveles de protección. Tenemos una ventaja: trabajamos con monos que tienen un sistema de defensa casi idéntico al humano, por lo que no necesitamos hacer ensayos clínicos hasta la fase final. Pero no diremos que estamos en lo cierto hasta tener los estudios en humanos. Y nos tomará aún un tiempo. Queremos tener tapadas todas las vías de salida del parásito.
P. ¿Cuándo estará?
R. Calculo que tardaremos de tres a cinco años en tener la vacuna antes de empezar a distribuirla.
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