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Entrevista:EDUARDO JOSÉ CÁRDENAS | Abogado y mediador familiar

"Claro que pueden existir buenos divorcios"

Eduardo José Cárdenas (Buenos Aires, 1945) fue juez de familia en Buenos Aires durante 20 años. En 1999, dejó esa actividad para trabajar como mediador familiar. La semana pasada impartió en Bilbao dos seminarios en la Escuela Vasco-navarra de Terapia Familiar, en los que habló sobre el divorcio y la violencia en la pareja, respectivamente. En éste último invitó a intervenir "para la paz desde la paz".

Pregunta. ¿Podría explicar en qué consiste esa idea?

Respuesta. Intervenir teniendo una comprensión total y una aceptación total de la otra persona, de cómo es.

P. ¿Incluido el matratador?

R. Incluido el maltratador e incluida la maltratada. En mi trabajo como medidador he descubierto que a veces es más difícil comprender a la maltratada que al maltratador. Como decía Gandhi, por muchos caminos podemos ir a Roma, pero si queremos tener un roble, tenemos que plantar un roble y si queremos tener paz, tenemos que sembrar paz. Y la paz quiere decir no forzar al otro ser humano, sino ayudarle desde sus propias posibilidades.

P. ¿No sería más efectivo aplicar el bisturí en esa relación?

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R. Ver la situación siniestra de violencia y querer intervenir agresivamente con el bisturí es reciclar la violencia. Como intervenir en Irak para restaurar la democracia: termina siendo una carnicería. Y esto es lo que pasa en los servicios que tratan la violencia familiar, que se recicla la violencia.

P. Insisto en que la separación parece lo más recomendable en los casos de violencia doméstica.

R. La estadística demuestra que la posibilidad de separación en las parejas donde hay violencia es menor que en el resto, porque la violencia es la forma que tienen de reconocerse mutuamente dos seres humanos que están bastante desvalidos y exentos de otro tipo de apoyos. Generan una dependencia mutua muy fuerte, de modo que el barajar la separación como una salida posible lleva a muchísimos fracasos.

P. Lo que usted propugna, comprender al maltratador para trabajar con él y con la maltratada, no es sencillo.

R. Sí, exige un esfuerzo espiritual grande. Parto de la base de que los fracasos en el tratamiento de situaciones de violencia contra las mujeres son tan altos que es evidente que hay algo que no funciona.

P. ¿En qué medida un mediador se involucra en un proceso de separación?

R. Muy frecuentemente, lo que no es bueno. La única manera de que eso no suceda es el trabajo en equipo.

P. ¿Cuál es la importancia de la figura del mediador?

R. La introducción de esa figura ha sido importantísima. En materia de familia, las ventajas son inmensas, porque los acuerdos son los que van a regir la vida familiar. Las sentencias de los jueces son desoídas en un 70%, cuando no quieren ser cumplidas. El gran drama de las sentencias es que no se cumplen. No ocurre así con los acuerdos adoptados después de una mediación.

P. La mediación es efectiva incluso cuando el proceso se ha enquistado mucho.

R. Se puede introducir en cualquier momento. La vía férrea del litigio es un desastre.

P. ¿Pueden existir entonces buenos divorcios?

R. Claro que sí. El divorcio por sí mismo no es malo; es como el matrimonio, que ni es malo ni es bueno, depende de cómo te vaya. Claro que existe el buen divorcio. Y además está comprobado que cuando hay un buen divorcio, los hijos tienen las mismas posibilidades que los hijos de parejas estables, que no hay diferencias en sus perspectivas de futuro.

P. ¿Cómo se recompone una pareja?

R. Se recompone la relación. Hay que ayudarles a tomar decisiones que puedan llevar alivio a su situación. En el fondo, se trata de fortalecer a las personas en la toma de decisiones, o sea, tener proyectos de vida, que pueden incluir o no la separación. El mediador tiene que ser muy abierto para no comenzar metiendo el bisturí. El bisturí no funciona en las relaciones vinculares. Los vínculos se transforman, se modulan, se mejoran, empeoran, pero no se rompen.

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