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El poeta Xavier Casp, referente del secesionismo lingüístico, muere en Valencia a los 89 años

El escritor se apartó de la vida pública tras dejar la Acadèmia Valenciana de la Llengua

El poeta y escritor Xavier Casp murió ayer en Valencia a los 89 años tras una larga enfermedad. Coetáneo y amigo de Joan Fuster y Vicent Andrés Estellés en los años cincuenta, poco después dio un giro radical para convertirse en adalid del secesionismo lingüístico del valenciano frente al catalán. Desde instituciones como Lo Rat Penat o la Real Academia de Cultura Valenciana, en los años setenta y ochenta se convirtió en un destacado actor en la llamada batalla de Valencia y llegó a ser diputado autonómico por Unión Valenciana. En 2001 se incorporó a la nueva Acadèmia Valenciana de la Llengua, que abandonó un año después por motivos de salud.

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Nacido en Carlet en 1915, Xavier Casp fue un hombre de profundas convicciones católicas que vio truncados sus primeros pasos literarios por el estallido de la guerra civil. Le tocó combatir en el lado republicano, pasó por un campo de concentración y en la posguerra publicó sus primeros versos en su revista El Vers Valencià. Inició así una notable obra poética y editorial. En 1943 fundó, con su amigo Miquel Adlert, la Editorial Torre, que se convirtió, con la revista Esclat, puesta en marcha en 1948, en una plataforma para que muchos escritores jóvenes dieran a conocer su obra en valenciano y se pusieran en contacto con autores del ámbito literario del catalán. Publica Volar (1943), Gojos a l'Apòstol Sant Jaume (1946) y Jo sense tu (1948) y su trabajo literario y editorial es reconocido en 1950 al ser galardonado con la flor natural en los Jocs Florals de la Llengua Catalana.

Coetáneo y amigo de Joan Fuster y Vicent Andrés Estellés, que participaban activamente en las tertulias del grupo Torre, Casp, que hasta entonces había escrito según las Normes del 32, que reconocen la unidad de la lengua catalana, inició en los sesenta un giro hacia el secesionismo lingüístico que le llevó, incluso, a traducir en los ochenta su propia obra al valenciano según las normas secesionistas de El Puig, para diferenciarse del catalán. También se distanció de Joan Fuster, cuyo creciente protagonismo en el mundo literario valenciano de la época eclipsaba al propio Casp.

Tras la publicación de Nosaltres els valencians, Casp se convirtió en un activo anticatalanista que destacó en la llamada batalla de Valencia, que en la transición y en el principio de la democracia enfrentó a la izquierda y la derecha valencianas en torno a los símbolos: la lengua, la senyera y el himno. Xavier Casp actuó desde instituciones como la Academia de Cultura Valenciana y Lo Rat Penat, y llegó a ser diputado autonómico por Unión Valenciana, partido que en 1989 le designó como representante en el Consell Valencià de Cultura.

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A finales de los noventa, la práctica desaparición del partido regionalista del mapa político valenciano y las negociaciones entre populares y socialistas -auspiciadas por destacadas personalidades catalanas- para acabar con el conflicto lingüístico permitieron la creación de la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL). Los esfuerzos para que los secesionistas aceptaran el nuevo ente normativo -que iba a reconocer, aunque con circunloquios, la unidad de la lengua- desembocaron finalmente en la incorporación de Xavier Casp y otros destacados secesionistas como académicos, a propuesta del PP.

"Si se tiene que perder la guerra [lingüística], al menos es mejor ganar alguna cosa", manifestó Casp a última hora de la tarde del día 14 de junio de 2001, antes de entrar en la sede de la Presidencia de la Generalitat, donde populares y socialistas acababan de cerrar la composición de la AVL. Días después, el escritor fue calificado de "traidor" por radicales blaveros que acudieron a la sede de la Real Academia de Cultura Valenciana, cuyo decanato acababa de dejar Casp en manos del empresario Juan Lladró. El escritor tuvo que ser escoltado en un furgón policial hasta su casa. "Lo que esta Acadèmia diga será oficial", declaró días más tarde a este periódico en una entrevista en la que no abdicaba del secesionismo que marcó la segunda mitad de su vida. Un año después, Casp abandonó la AVL por motivos de salud y ayer falleció en Valencia cuando trabajaba en sus obras completas.

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