Mosaicos, retratos de la 'jet-set' romana
Los mosaicos romanos son una mezcla de arte y documento histórico. Luz Neira, profesora de la Universidad Carlos III de Madrid, presentó ayer en la Jornadas de Arqueología Andaluza de Córdoba la ponencia El mosaico romano como fuente para el conocimiento de la vida cotidiana.
Neira explica que las composiciones que decoraban las paredes de las casas del antiguo Imperio Romano dan una buena visión de cómo vivían los ciudadanos. Pero se trata de una "realidad tamizada". "Los mosaicos eran obras de encargo que sólo podían pagar las personas pertenecientes a las élites", afirma la profesora, quien explica que detrás de una obra de esta envergadura había un pictor (artista), un gran equipo de artesanos y muchos talentos.
Gracias a los mosaicos que se conservan, y siempre teniendo en cuenta que se trataba de un "alarde demostrativo", se puede conocer cómo eran los ambientes rurales y urbanos del Imperio; cómo se divertían los pudientes en el teatro, en las carreras de cuádrigas, en las luchas de gladiadores o en los juegos a la griega. Neira explica que, incluso, es posible conocer las modas en la vestimenta y en los peinados de las mujeres, que emulaban a los de las emperatrices.
Esta profesora de la Universidad Carlos III sostiene que Andalucía supone un filón constante para los arqueólogos interesados en el Imperio Romano ya que la región fue la primera en ser invadida y rápidamente asumió las costumbres de los conquistadores.
Una muestra de la importancia de la Bética romana, y de su capital, es el circo de Colonia Patricia, que se descubrió en la antigua facultad de Veterinaria de Córdoba hace unos años. Este recinto, que será minuciosamente estudiado durante los próximos ocho años, podía albergar entre 30.000 y 50.000 espectadores, lo que lo convierte en el segundo más grande del mundo del que se conservan restos.
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