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El choque de metros se debió a que el aviso del ordenador era poco visible

El operador de control no percibió una señal y el conductor utilizó una velocidad excesiva

La comisión sobre el accidente ocurrido en la línea 3 del metro de Barcelona el pasado 31 de octubre insistió ayer hasta la saciedad en que no hubo negligencia y en que el metro es seguro. Eso sí, reconoció que hay cosas que mejorar. Una: el conductor que salió de la estación de Penitents alcanzó los 61 kilómetros por hora. Habría tenido que correr menos, según Josep Amat, representante del colegio de Ingenieros. Además, el ordenador central informó a los operadores de lo que iba a ocurrir, pero la señal era apenas perceptible y no la vieron. Habrá que cambiarla, dice el informe.

El choque de metros que se produjo en Barcelona el pasado 31 de octubre se debió a una cadena de fallos, originados por una información poco perceptible en la pantalla del centro de control, y no hubo negligencia, según la comisión que ha analizado los hechos y ha propuesto algunas modificaciones para evitar nuevos problemas en el futuro.

La comisión asume que el tren con pasajeros que chocó con otro situado en la cochera salió de la estación de Penitents con el semáforo en rojo después de que los operarios del centro de control hubieran intentado hasta seis veces que se pusiera en verde al comprobar que la vía estaba despejada y las agujas en posición correcta. Al no conseguir el cambio de color, ordenaron al maquinista que arrancara pese al rojo y en ese mismo instante autorizaron un movimiento de retorno al tren situado en la cochera. Esto hizo que el ordenador entendiera que el tren de pasajeros salía de la estación para ir a cocheras y abriera las agujas de paso hacia donde había otro convoy, lo que dio lugar al choque, en el que 50 personas sufrieron traumatismos.

El ordenador registró todas las maniobras y lo señaló al operador, pero éste no lo vio porque la señal es diminuta y no se hallaba en la zona de vigilancia, que era el túnel principal. La comisión recomienda modificar este tipo de señales de forma que sean más visibles. Los técnicos aconsejan también que los trenes que superen un semáforo en rojo reduzcan la velocidad. En realidad, esta norma ya existe, pero no precisa la velocidad a que tiene que ir el tren, sólo indica que utilice "marcha a la vista", es decir, una velocidad que le permita frenar en caso de imprevisto. El tren alcanzó los 61 kilómetros por hora en apenas medio kilómetro de distancia hasta el cambio de agujas, por lo que no pudo frenar para evitar el choque. Los miembros de la comisión admitieron ayer que a esa velocidad no se podía frenar y que recomendarían que el tren fuera más despacio, aunque insistieron en que el conductor no cometió fallo alguno porque había recibido autorización de paso en una línea vacía y con las agujas en posición correcta.

El conductor, recoge el informe, reaccionó con notables reflejos e intentó detener el convoy en cuanto percibió la situación errónea de las agujas, pero estaba a tan sólo 130 metros del otro tren y no pudo evitar el choque.

Se sabía desde el martes

La causa de la colisión estuvo clara el pasado martes, reconoció ayer el representante en la comisión del Colegio de Ingenieros de Cataluña, Josep Amat. Se ha tardado muchos más días en dar la información al público porque se pretendía no quedarse en la mera anécdota y dar un paso más señalando una serie de recomendaciones para evitar que en el futuro pueda repetirse una situación semejante con un índice de probabilidades de uno dividido por 2,5 millones, según el presidente de Transportes Metropolitanos (TMB), Xavier Casas. Éste rechazó que la información se hubiera congelado por coincidir con la votación en referéndum del convenio de metro, que fue firmado ayer, horas antes de hacerse público el informe de la comisión.

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