Howard Keel, el rostro y la voz de 'Siete novias para siete hermanos'
Un cáncer de colon ha acabado con la vida de Adam Pontipee, el líder del clan familiar de Siete novias para siete hermanos. Aunque también fuese el magnate Clayton Farlow, de la teleserie Dallas. Ambos personajes compartían el rostro del actor Howard Keel, fallecido el pasado día 7, a los 85 años, en su casa de Palm Desert, California.
El artista nació el 13 de abril de 1919 en Gillespie, Illinois, como Harold Clifford Leek. Hijo de un minero alcohólico que murió cuando Keel era aún un adolescente, y de una rígida madre metodista, el futuro actor vivió una infancia miserable de la que supo evadirse gracias a su pasión por la música. Eludió su trabajo como representante de una compañía fabricante de aviones para abrazar el mundo del espectáculo, y fueron su poderosa voz de barítono y su espléndido físico quienes le orientaron pronto hacia las grandes comedias de Broadway y Londres, en las que logró destacar como un artista con personalidad propia.
Keel supo aprovechar su gran oportunidad, surgida en 1946, cuando Oscar Hammerstein II le contrató para interpretar el personaje de Billy Bigelow en la producción de Broadway Carrousel. Su nombre comenzó a sonar fuerte entre los aficionados tras hacerse cargo del papel de Curly en el estreno londinense de Oklahoma!
Pero llegaban los años cincuenta y se abría la época dorada del artista. Tras debutar en el cine con un pequeño papel en 1948, una modesta y añeja intriga, El grito acusador, firma en 1950 un suculento contrato de 850 dólares a la semana con la todopoderosa Metro-Goldwyn-Mayer, y es un western musical del que hoy pocos se acuerdan, Annie get your gun, el filme que le convierte en una estrella de la pantalla. En 1951 protagonizó la recordada Magnolia, en compañía de Kathryn Grayson y dirigido por el gran George Sydney, con quien volvería a encontrarse dos años más tarde para filmar Bésame, Kate.
Sería el año 1954 su momento de máximo esplendor, cuando Keel lideró el reparto de la inolvidable Siete novias para siete hermanos. Quizá siempre sea recordado por este personaje, el mayor de los hermanos Pontipee, rudos vaqueros que se verían domados por Jane Powell antes de que el propio Keel los enviase a raptar a sus amadas remedando el rapto de las sabinas. Las inolvidables canciones de Johnny Mercer y Gene de Paul nunca podrán sonar desde entonces con ninguna otra voz.
El amor nació en París, de Mervyn LeRoy (1952); Doris Day en el Oeste, de David Butler (1953); Una vida por otra, de John Farrow (1953), y Extraños en el paraíso (1954), del maestro Vincente Minnelli, son algunas de sus películas de referencia.
Cuando llegó la decadencia del sistema de los grandes estudios, Keel aún encontraba trabajos más que dignos y adornaba con su presencia westerns como Ataque al carro blindado, en el que combatía en la pantalla con John Wayne y Kirk Douglas, y Arizona Bushwhackers, donde compartía cartel nada menos que con Yvonne de Carlo.
También regresó a las tablas, con giras en las que aún exhibía su voz portentosa y en las que recogía los viejos números de Magnolia. Incluso en 1977 trabajó con Jane Powell en una gira teatral nacional que batió récords con South Pacific.
Pero la carrera de Howard Keel se revitalizó, como ocurrió con muchos de los grandes actores clásicos, de la mano de la televisión. Y su rostro volvió a ser conocido en todo el planeta cuando formó parte de uno de los hitos de la historia del medio: Dallas. En palabras del propio actor: "De estar prácticamente fuera del mundo del cine, me convertí, de repente, en una estrella, más famoso que nunca". Durante 10 años, su figura viril y sólida le convirtió en rival del malvado J. R. Ewing, el magnate interpretado por Larry Hagman.
Tras abandonar la serie, aún tuvo energías para participar en producciones itinerantes. En 1995, a los 76 años, su voz tronaba en los escenarios londinenses interpretando las canciones que le hicieron una estrella.-
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