Radcliffe, reina de Nueva York

Paula Radcliffe luchó de principio a fin para alzarse con la victoria en la 35 edición del Maratón de Nueva York y recuperar el prestigio como la mejor fondista del mundo tras su desplome en los Juegos Olímpicos de Atenas. Y lo consiguió después de un frenético y bello mano a mano con la keniata Susan Chepkemei, al hacer los 42,195 kilómetros de la emblemática prueba neoyorquina en 2 horas, 23 minutos y 10 segundos. A apenas cuatro segundos entró su amiga Susan. En hombres, el surafricano Hendrik Ramaala (2 horas, 9 minutos y 24 segundos) se impuso ante el estadounidense Meb Keflezighi (a 28 segundos), bronce en Atenas.

El Maratón de Nueva York es siempre especial y emocionante. El nivel de los atletas que compiten, la masa de deportistas que durante horas inunda las calles por las que trascurre la carrera y el público gritando enfervorizado pone los pelos de punta. Pero en esta edición, la ciudad de los rascacielos quería enseñar al mundo sus cartas, en su aspiración por acoger los Juegos Olímpicos y demostrar que está preparada para organizar grandes eventos deportivos. Por eso los organizadores se tomaron muy en serio la seguridad durante la prueba, no tanto por el miedo a un atentado -Nueva York está en alerta naranja [elevada]-, sino por evitar el triste episodio de Atenas, cuando un hombre entre el público se abalanzó contra los atletas de cabeza y aguó la fiesta del deporte.

A la edición 35 del popular maratón se inscribieron 75.000 personas, según los organizadores. Al final corrieron 36.000 atletas. La carrera empezó el sábado, si se puede decir, cuando los participantes se pusieron a hacer cola en el centro de convenciones Jacob K. Javits para recoger sus dorsales. A Radcliffe lo tocó el número F111. El domingo amaneció perfecto: fresquito, seco y sin mucho viento. Nada que ver con el ambiente extremo de humedad e intenso calor que dominó la prueba en Atenas y acabó echando por tierra a la británica. Desde entonces no corría. Paula, que tiene el récord mundial de maratón en 2 horas, 15 minutos y 25 segundos, partía once semanas después como la favorita, ante la mirada atenta de sus seguidores británicos y del mundo entero.

La victoria en Nueva York era ante todo una cuestión de prestigio y de superación personal, en un año que ha sido "muy largo", como ella misma reconoce. Y con ese espíritu, la fondista afrontó la carrera, marcando el ritmo desde el primer metro. Aunque la prueba real comenzó en el kilómetro 32, a poco más de 10 de la línea la meta. Radcliffe y Chepkemei entablaron un bello mano a mano hasta el final. Las dos atletas se conocen bien. La una controlaba el ritmo y los cambios de respiración de la otra, buscando el punto de debilidad física para poder pegar el tirón definitivo con garantías.

Los movimientos de cabeza que caracterizan a la fondista británica fueron acompañados por la expresión de fatiga de la keniana cuando entraron en Central Park. Corrieron al máximo de sus posibilidades. En Columbus Circle, la última gran curva antes de entrar la recta final, las dos atletas avanzaban codo con codo. Y en ese momento Radcliffe decidió dar el tirón definitivo y desprenderse de Chepkemei. Unos segundos después, las dos amigas utilizaban las últimas fuerzas para fundirse en un abrazo. "Estaba contenta de que Susan estuviera a mi lado", comentó Paula. "Es una buena manera de acabar el año. Pero sobre todo quería correr bien y disfrutar del ambiente", comentó a la vez que dejaba claro que tras la cita neoyorquina se tomará un descanso. La de ayer fue una carrera de gran belleza. Según algunos comentaristas deportivos, el mejor maratón femenino de la historia de Nueva York.