La herencia de Trueno
Gigi Riva acaba de cumplir 60 años. Rombo di Tuono, Estruendo de Trueno, el mejor futbolista italiano del último medio siglo, que jugó siempre en el Cagliari porque no le apetecía dejar su pobrísima Cerdeña natal para ser empleado de un equipo del norte rico, sigue siendo un tipo de una pieza: áspero, sarcástico y decente. Fuma tanto como cuando jugaba, o sea, mucho, y mantiene los mismos valores. A este hombre, las defensas contrarias le rompieron los dos peronés y sólo se le oyó un lamento: que en el hospital le quitarían los cigarrillos. El fútbol, ha dicho esta semana, es sólo un juego, un entretenimiento sin más importancia. Pero si te pagan por jugar eres un profesional del asunto y te dejas el pellejo en el césped. Sin quejas y sin discusiones.
A Riva le rompieron los dos peronés y sólo se le oyó un lamento: que le quitarían los cigarrillos
A Bojinov, que llegará a ser un fenómeno, le entrena Zeman, un hombre del estilo de Riva
A Riva le gustaba que le trataran como a un adulto. Una noche, en vísperas de un partido importante, el entrenador entró en su habitación y encontró a la mitad de equipo jugando al póker bajo una humareda de espanto. El entrenador sólo dijo una frase antes de irse: "Abrid la ventana". Al día siguiente, Riva y los suyos jugaron como nunca y ganaron.
Valeri Bojinov, un chaval espontáneo y exuberante, se distingue en muchas cosas de Rombo di tuono. Tiene la sensatez de no fumar, por ejemplo. Y nunca se quedará en su pueblo, porque lo dejó ya a los 13 años. El Lecce se lo llevó de Bulgaria cuando era un niño y el Tribunal de Menores otorgó su tutela al responsable de los juveniles de la sociedad. Ha vivido desde entonces en una especie de internado futbolístico. Debutó en Primera a los 15, ha padecido la agonía del descenso y la euforia del ascenso y hoy, con 18 años y ya internacional en la selección búlgara del ex barcelonista Hristo Stoichkov, es junto al brasileño Adriano el máximo goleador de la Liga italiana.
Bojinov está ahora a las órdenes de Zdenek Zeman, el héroe romántico que denunció el dopaje en el calcio y pagó por decir la verdad. Zeman es de la escuela de Riva: un fumador enamorado del sur y del fútbol de ataque, un tipo serio y severo que no gasta dos palabras si le basta con una. El otro día, en el Olímpico, Bojinov marcó e hizo lo impensable: corrió hacia el banquillo y le estampó un beso a Zeman. Los demás jugadores dieron por supuesto que Bojinov sería despellejado. Pero a Zeman sólo se le escapó algo que pareció una sonrisa.
El jueves, durante el partidillo de entrenamiento, Zeman le pegó un grito a Bojinov y éste respondió mal. Zeman se hizo el sordo. Al día siguiente, el joven búlgaro se presentó en su oficina para pedir perdón y leyó en público una nota conmovedora en la que agradeció al entrenador todo lo que le estaba enseñando y en la que dio por supuesto que sería "merecidamente" relegado al banquillo.
Pero Zeman sacó ayer a Bojinov como titular ante el Palermo. Y el chaval se lo agradeció con dos goles.
Bojinov es un gran futbolista y será un fenómeno. Quizá llegue a ser también un hombre. Como Riva, Zeman y otros especímenes similares, cada vez más raros.
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