Fuera de la agenda
El presidente reelecto de Estados Unidos, George W. Bush, retomará una América Latina mayoritariamente escorada a la izquierda, salvo en México, Colombia y la mayoría de los países de América Central, contraria a las guerras preventivas de la Casa Blanca y discrepante sobre los planteamientos norteamericanos en las negociaciones de la Organización Mundial de Comercio y el Tratado de Libre Comercio de las Américas (TLCA). Pero la región está obligada al entendimiento con Washington porque la metrópoli necesita mercados, y Latinoamérica, ventajas comerciales y migratorias: hacia el norte viajan buena parte de sus exportaciones de materias primas y millones de emigrantes, cuyas remesas son la primera o segunda fuente de ingresos en los países más cercanos a la frontera del río Bravo. Medio millón de mexicanos cruzan ilegalmente esa línea divisoria cada año.
Todos los analistas coinciden en que los verdaderos intereses de América Latina serán relegados mientras Bush y sus asesores dediquen su tiempo a la lucha contra el terrorismo internacional y a la guerra de Irak. La Casa Blanca acentuará la búsqueda de aliados en su ofensiva bélica, a cambio de equipamiento y concesiones financieras; incidirá en los planes de erradicación de cultivos de coca en los países andinos, y promoverá acuerdos bilaterales para sortear las objeciones de Brasil, Argentina y Venezuela al TLC en los términos pretendidos por Washington.
Colombia recibirá los 3.300 millones de dólares comprometidos desde el año 2000 para combatir a la insurgencia, y, en el capítulo migratorio, las naciones exportadoras de peones obtendrán, previsiblemente, nuevos cupos de trabajadores temporeros por un periodo de tres años, renovable una sola vez. Sus principales beneficiarios serán los indocumentados mexicanos. A la espera de un acuerdo integral sobre comercio desde Alaska a Tierra del Fuego, el Gobierno de Bush favorecerá tratados bilaterales. Lo firmó con Chile, lo ha negociado con cinco países de Centroamérica y República Dominicana, y lo está haciendo con Panamá, Perú, Ecuador y Colombia.
América Latina deberá asumir que ha perdido protagonismo frente a EE UU, según Jenaro Arriagada, ex embajador de Chile en Washington. Durante la presentación del libro Bajo la mirada del halcón, atribuyó el hecho a los nuevos conceptos estratégicos de la política exterior estadounidense bajo el mandato de George W. Bush. "Washington no tiene mucho interés en la creación de un marco multilateral de tratados, impuso la guerra preventiva y asume un unilateralismo que da incluso por superado el valor de la soberanía nacional si un Estado no se somete". Y como el fundamentalismo islámico no tiene sucursales en la región, sus países deberán forzar grupos de presión o seguir esperando a que la Administración norteamericana les convoque a negociar asuntos puntuales.
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