_
_
_
_
Entrevista:MOISÉS NAIM | DIRECTOR DE 'FOREIGN POLICY' | CUATRO AÑOS MÁS

"Bush ejercerá el multilateralismo a la carta"

Moisés Naim, ex director ejecutivo en el Banco Mundial y director de Foreign Policy, revista de política global y economía que se edita en Washington, cree que la política exterior del presidente va a ser, en su segundo mandato, distinta a la que se conoce: más pragmática, por razones de interés. "Es lo que se llama multilateralismo a la carta. Tú me das un menú y yo escojo un plato, otro lo ignoro y otro lo devuelvo a la cocina. Creo que eso es lo que va a ejercer Bush, y de hecho ya lo está haciendo últimamente".

Pregunta. ¿Por qué ganó Bush el martes pasado?

Respuesta. Hace meses se pensó que lo que iba a determinar la decisión de los votantes era la economía. Poco a poco, a medida que se enredaba Irak y se descubría la ineptitud con la que fue planificada la guerra y mal ejecutada la posguerra, se pensó que era Irak. Y ahora vemos que lo que motivó a una gran cantidad de votantes fueron los valores, el término que se usa para hablar de actitudes con respecto a la religión, al aborto, a los homosexuales y a otros asuntos culturales. Es incorrecto buscar un sólo factor, ha sido la combinación.

"La idea de andar por el mundo reconstruyendo países o promoviendo la democracia es una idea que yace enterrada en las arenas de Irak"
"Bush ha podido aprender en estos cuatro años que intentar hacer las cosas a solas es muy costoso y, a veces, imposible"

P. ¿Se le ha vuelto a subestimar a Bush?

R. Sin duda. Y el problema es que uno no sabe a quién está subestimando. Bush ya no es Bush, es la organización Bush. Y eso incluye operadores muy conocidos como Karl Rove o Karen Hughes y otros mucho menos conocidos, pero muy eficaces. No hay duda de que los republicanos son muy superiores en el arte de las campañas electorales, más allá de poner anuncios por televisión. Es un arte que incluye diversos elementos aparentemente no relacionados, que maneja listas masivas de electores que reciben mensajes específicos y que tiene tareas concretas para facilitar el voto el día de las elecciones.

P. Bush es el presidente más votado de la historia, en términos absolutos. ¿Va a ejercer su mandato de una manera más generosa?

R. Soy escéptico. Por una parte, Bush tiene que afirmar ahora que es el momento de que el país se una y afronte los retos, y cure las heridas de la campaña. Pero el hecho es que es un presidente que aunque en 2000 ganó como ganó, gobernó como si hubiera tenido un mandato definitivo, ignorando a la mitad que votó en su contra. Si eso pasó entonces, ¿qué pasará ahora, qué va a hacer la organización Bush cuando tiene este mandato mucho más amplio, con el dominio absoluto del Congreso y la posibilidad de configurar un Tribunal Supremo que transforme muchas cosas fundamentales en Estados Unidos, incluyendo quizá el derecho al aborto?

P. Pero en estos cuatro años han pasado muchas cosas.

R. No hay duda de que Bush ha tenido una educación presidencial. Aunque esa educación le ha costado mucho a su país y al mundo, ha podido aprender que intentar hacer las cosas a solas es muy costoso y, a veces, imposible. Y que necesita de otros para luchar contra el terrorismo, reconstruir y estabilizar Irak, contener la inestabilidad en Oriente Próximo... Ésa puede haber sido la educación de los primeros cuatro años. Pero no hay que subestimar que es un hombre muy ambicioso y muy audaz. Intentó cambiar el mundo y EE UU de manera muy profunda; y no hay por qué pensar que esas dosis de audacia y ambición no lo van a acompañar en este segundo periodo. La tentación de cambiar EE UU a través del Supremo va a estar ahí, y no es fácil imaginar a Bush conteniéndose para no caer en esa tentación

P. ¿Y si cambia el foco, eso quiere decir que se replegará del mundo, que se retirará de la escena internacional?

R. Él puede tener no sólo la tentación, sino el deseo de dejar el mundo en paz, pero, desgraciadamente, los presidentes de Estados Unidos se dan cuenta enseguida de que es el mundo el que no les deja en paz a ellos. Clinton quería dedicarse a la economía y tuvo Somalia, Bosnia, los Balcanes, Rusia y su inestabilidad... El ocupante de la Casa Blanca sabe, o se entera rápido, de que puede tener la ilusión de que no debe ocuparse del mundo, pero el mundo no le permite que eso ocurra. Bush va a estar condenado a atender el mundo, y probablemente lo hará con esa audacia y ambición que le caracterizan.

P. ¿Y lo hará de forma diferente a lo que conocemos?

R. Yo creo que hay que esperar que la política exterior de Estados Unidos se oriente ahora con criterios más pragmáticos. Por ejemplo, Bush va a ser mucho más abierto con los países europeos, no porque se haya enamorado de la nueva o la vieja Europa, sino porque la necesita para atender Oriente Próximo e Irak en particular. Si no tuviese esa necesidad y no tuviera la necesidad de que sus servicios de inteligencia trabajen muy coordinadamente con los de los países que tienen las poblaciones islámicas más importantes del mundo occidental, Europa tendría menos incentivos para él. La relación económica con Europa es importante, pero no fundamental. En estos momentos, el centro de gravedad económico del mundo se está desplazando de la mitad del Atlántico a la mitad del Pacífico, hacia Asia. Bush necesita a Europa, pero por asuntos de seguridad.

P. ¿Qué pasará con los neoconservadores que han dictado la política exterior? ¿Ganarán con la victoria de Bush o pagarán por haberla puesto tan difícil?

R. Yo creo que de ninguna manera van a ser despedidos. Más bien van a ser bien tratados. El problema es que sus propuestas ahora resultan más costosas de lo que EE UU se puede permitir. La idea de andar por el mundo reconstruyendo países o promoviendo la democracia es una idea que yace enterrada en las arenas de Irak. Es una lástima, pero proponer en Washington estos días que se lance un proyecto democratizador en Oriente Próximo lo único que produce son carcajadas o la invitación a abandonar la reunión. Es una idea que ha perdido mucha credibilidad, desgraciadamente. La idea de que EE UU se va a embarcar en la organización de otros países es algo que también ha perdido credibilidad.

P. ¿Qué va a pasar con Irak? ¿La prioridad de Bush ahora será irse?

R. No hay duda de que la prioridad es salir tan pronto como se pueda, y disminuir tanto como se pueda el número de norteamericanos muertos y heridos, pero eso ya era así hace un año. El asunto no es cuándo, sino cómo.

P. Visto desde Washington, ¿qué tipo de relación debería mantener el Gobierno español con EE UU ahora?

R. España tuvo un papel fundamental porque estuvo muy dispuesta, con el presidente Aznar, a aliarse con EE UU, aun yendo en contra de los sentimientos de la mayoría de la población. Una vez que esa alternativa no existe, no está claro qué es lo que puede aportar España a EE UU. España no es competitiva ni como amenaza, en el sentido de que es un buen aliado, muy importante en la lucha antiterrorista, pero no económicamente...

P. ¿Latinoamérica va a aparecer en el mapa de la Casa Blanca?

R. Latinoamérica es la región para la que fue acuñada la frase que le acabo de aplicar a España. América Latina no tiene armas nucleares ni terroristas, no tiene exportaciones ni es un protagonista económico importante. Pasó de ser el patio de atrás de Estados Unidos a ser la Atlántida, el continente perdido.

P. ¿Y así va a seguir?

R. Así va a seguir, con la diferencia de que aunque América Latina no está en el mapa de los estrategas de Washington ni de los inversores de Wall Street de manera significativa, los latinoamericanos sí están en todas las calles estadounidenses. Estados Unidos quizá pueda darse el lujo de ignorar a la región, pero los latinoamericanos que tiene en su seno están ya formando parte fundamental de lo que es su dinámica política y cultural.

P. ¿De qué no estamos hablando en el mundo y deberíamos hacerlo, qué cosas le preocupan a usted?

R. Una de las amenazas más grandes, aparte de las obvias, es, en términos de terrorismo, las consecuencias del estallido de artefactos nucleares sucios, de material radiactivo que se hace estallar, o un ataque químico, en algunas capitales del mundo, con muertos suficientes como para crear un ambiente de terror. Me preocupan las consecuencias que tendrían esos fenómenos para la soberanía de los países, para las reglas del juego. Es decir, no tanto que vaya a haber un ataque, sino la reacción de EE UU y del mundo; cómo se funciona, por ejemplo, después de un atentado contra tres capitales importantes. ¿Cuál es la reacción, qué pasa? La segunda cosa es algo de lo que no se habló en la campaña, porque ambos candidatos lo evitaron: el déficit fiscal y el déficit de cuenta corriente. El mundo vive en un desequilibrio macroeconómico fundamental; Estados Unidos ha acumulado en estos cuatro años de Bush un déficit fiscal casi sin precedentes y ha exacerbado un déficit de balanza de pagos que ya acumula desde hace diez años. Esto tiene que empezar a equilibrarse en algún momento, lo que implicará costes. Corregir ese desequilibrio, disminuirlo, tiene costes, y la pregunta es cómo se van a distribuir esos costes en el mundo y con qué consecuencias políticas: quién va a absorber el coste de que Estados Unidos equilibre su economía. Y por último, sobre Europa, me preocupa lo vulnerable que es denigrativamente. ¿Cómo va a mantener la relación que ahora existe entre trabajadores y pensionistas? Para que en 2050 ese índice se mantenga igual, Europa necesitará 374 millones de inmigrantes. Hay que trabajar más años, o disminuir la calidad de vida de los pensionistas, o bien hay que cambiar la estructura económica de la sociedad.

Moisés Naim, director de la revista <b><i>Foreign Policy.</b></i>
Moisés Naim, director de la revista Foreign Policy.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_