El Levante se desmarcó tras vencer el recelo de Barberá
La operación es seguida con sumo interés por urbanistas, arquitectos, promotores y vecinos. La expectación es enorme. Desde que la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, retomara en vísperas de las elecciones de mayo de 2003 el proyecto de un gran estadio para la ciudad, los acontecimientos e informaciones se han sucedido. La idea ha tomado cuerpo hasta el punto de que nadie duda ya que para 2007 Valencia tendrá un nuevo campo; un moderno estadio con capacidad para 70.000 espectadores, con un amplio aparcamiento (unas 4.000 plazas) y galería comercial. Una instalación que completaría el decorado de la flamante avenida Cortes Valencianas, donde, en un solar municipal de 90.000 metros cuadrados reservados para uso deportivo, se levantaría una de las obras emblemáticas de la ciudad.
El proyecto original del Ayuntamiento fue abrazado por los dos clubes de fútbol más representativos de la ciudad, el Valencia y el Levante, que abandonarían sus actuales estadios para compartir recinto. Sin embargo, y tras estudiar la propuesta municipal, el Levante se desmarcó. Antes, tuvo que superar las reticencias de Barberá y su equipo de gobierno, empeñados en que el nuevo estadio fuera el hogar de ambas entidades. La alcaldesa popular acabó dando luz verde a una solicitud que el Levante presentó en 2002: la segregación en dos de una parcela adyacente al Ciudad de Valencia. En este terreno, el club granota, cuyo máximo accionista es el empresario Pedro Villarroel, levantará un complejo hotelero y una galería comercial.
Zona privilegiada
"Tuvimos que vencer las reticencias de la alcaldesa", cuenta un dirigente levantinista, "pero finalmente se dio cuenta de que el Levante está ahora en una situación privilegiada después de muchos años marginados, condenados a vivir en medio de la huerta con unos accesos deplorables. Hemos conseguido el ascenso a Primera División y el club está saneado, todo lo contrario que el Valencia. ¿Para qué vamos a cambiar de campo, cuando ahora disfrutamos de un estadio en una zona en expansión, con mucha vida?".
Al margen ya el Levante, la construcción del nuevo estadio pasa por que el Ayuntamiento y el Valencia alcancen una serie de acuerdos: el número de metros cuadrados destinados a la construcción de viviendas que quedarían tras el derribo de Mestalla y la recalificación -de uso deportivo a residencial- de la manzana que ocupa; la adjudicación de las obras en esta parcela; la financiación del nuevo campo y la explotación del área comercial.
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