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Apuntes

Reservas docentes a la reforma europea

Menos de un 23% de los enseñantes conoce la Declaración de Bolonia, según un estudio de la Universitat de València realizado entre su pripia plantilla de profesorado

La Universitat de València es una de las más adelantadas en la experimentación de los cambios metodológicos que reclama la inminente ampliación del Espacio Europeo de Educación Superior. En varios cursos de distintas titulaciones se desarrollan proyectos de innovación que ensayan los cambios requeridos por la convergencia europea en el trabajo docente y en la enseñanza, centrada en el aprendizaje del estudiante.

A pesar de ello, apenas un 23% del profesorado conoce la Declaración de Bolonia (1999), punto de partida del proceso de adaptación al Espacio Europeo Europeo de Educación Superior en marcha. Ésta es una de las circunstancias que pone de relieve un estudio sobre el Estado de conocimiento y opinión del profesorado de la Universitat de València ante el proceso de convergencia europea. La encuesta fue realizada vía electrónica desde la Oficina de Convergencia Europea, un servicio que coordina el proceso en la Universitat de València y que proporciona abundante información sobre el tema en http://www.uv.es/oce/. La oficina envió el cuestionario a 1.357 profesores de los 3.154 que forman la plantilla docente de la Universitat. Respondieron 521, lo que técnicamente comporta "un error de muestra del 3'9% para un grado de confianza del 95%", según las especificaciones técnicas del informe.

La mayoría confía "poco en el impacto positivo de la convergencia europea"
Una gran parte cree que la convergencia europea necesita "presupuestos extras"
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Entre la convicción, el escepticismo y la indiferencia

La pregunta que obtuvo una respuesta más unánime es la referente a si "la convergencia europea necesita presupuestos extras". Un 81% afirma que este proceso necesita mayor generosidad presupuestaria, cosa que entronca directamente con el tema de la financiación universitaria. Otra afirmación muy respaldada, con un 69%, es que "el profesorado necesita formación adecuada para el crédito SETC", es decir del Sistema Europeo de Transferencia de Créditos. Se trata de un sistema de equivalencias en el que un crédito representa de 24 a 30 horas de carga de trabajo, referida al tiempo que en teoría debe gastar el alumno para llegar obtener los resultados de aprendizaje y competencias pretendidos.

Una de las evidencias que ofrece el estudio es que, en general, "el profesorado no se considera informado sobre la convergencia europea" y que esta carencia es "especialmente pronunciada cuando se desciende a aspectos concretos como la Declaración de Bolonia u otras declaraciones". El propio estudio recuerda en su introducción que la Declaración de Bolonia, que data de 1999, sentó los fundamentos del espacio europeo de educación superior.

Asísmismo, la mayoría de los docentes consultados confía "poco en el impacto positivo de la convergencia europea". Sólo un 17% considera que el crédito europeo "mejorará la enseñanza". No llega a un 30% la proporción de quienes creen que la nueva estructura de titulaciones, de grado y postgrado, "no mejorará los planes de estudios" ni tampoco "aumentará el nivel de los estudiantes".

Sin embargo, y a pesar de la baja confianza en la nueva estructura, metodología y procesos de acreditación y evaluación, aparece una mayoría de profesorado que se considera preparado para afrontar los retos de la convergencia europea. Un 72% dice saber "definir con precisión destrezas y competencias". Un 56% se considera "capacitado para poner en marcha el SETC". Cerca de la mitad se ve a sí mismo "con formación suficiente en nuevas tecnologías y pedagogía". Todo ello no es óbice para que la mayor parte piense que el profesorado necesita más formación y tenga una impresión poco optimista dela base estudiantil: sólo un 20% considera preparado al alumnado "para el nuevo modelo docente". Por otra parte, "la gran mayoría piensa que la docencia no está reconocida adecuadamente (un 77%), se siente poco implicada en el proceso de cambio y sostiene que no hay incentivos ni motivaciones para implicarse".

Una de las principales conclusiones atañe, de nuevo, a la desinformación sobre los temas de la convergencia europea: "Hay un alto grado de desconocimiento de los procesos de evaluación y mejora que se realizan sus facultades, lo cual se complementa con una participación muy baja en tales procesos". Hasta un 30% se manifiesta crítico sobre el carácter democrá

. "Y un porcentaje relativamente elevado expresa opiniones muy reticentes con muchos de los cambios que se proponen". Concluye, asímismo, que aunque se detectan hondas reservas y reticencias acerca de las supuestas mejoras que podría conllevar la creación del espacio europeo de educación superior, "hay una elevada motivación por el cambio a causa de un descontento con la actual situación de la enseñanza universitaria". De ahí, se añade la demanda de información y formación que reflejan las respu

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