El Ayuntamiento ha tenido que sustituir el 20% del 'bordillo' del carril-bus
Cada pieza cuesta al municipio 172 euros
Tres meses después de que comenzara la instalación del bordillo separador del carril-bus, casi una de cada cinco piezas colocadas ha tenido que ser retirada y repuesta tras ser aplastada por los coches o arrancada por vándalos. El separador, de plástico azul y con forma de ola, protege ya 9,6 kilómetros de carril-bus en siete calles de la ciudad, y el objetivo es llegar a 22 kilómetros a fin de año. El concejal responsable del invento, Pedro Calvo, admite que no debió presentar este artilugio como "indestructible", pero subraya que no ha provocado ningún accidente y que "todos los elementos del mobiliario urbano sufren estos percances".
De las 2.513 piezas instaladas -cada tramo de separador está formado por varias piezas-, 468 (el 18,6%) han sufrido algún tipo de daño: tienen abolladuras o están aplastadas por el roce de los vehículos, o incluso (sobre todo las primeras semanas) han sido arrancadas por gamberros. Repararlas y volver a colocarlas en su sitio ha costado al Ayuntamiento más de 80.000 euros en 90 días. Las calles más castigadas son la avenida de la Ciudad de Barcelona, la Cuesta de San Vicente y la calle de Alcalá. "La tasa de reposición es alta, sí, pero está bajando. Y lo importante es que no se han producido accidentes", afirma Calvo.Los taxis y autobuses de la EMT disponen ya de un carril blindado en siete tramos de calles: más de tres kilómetros del paseo de la Castellana, 2,3 kilómetros de Alcalá, cerca de un kilómetro en la avenida Ciudad de Barcelona y Serrano, y entre 700 y 860 metros en la Cuesta de San Vicente, paseo de Recoletos y Bravo Murillo (ver gráfico). En total se han colocado 2.513 piezas de plástico que, ensambladas -en hileras nunca más largas de 80 metros para dejar espacios libres entre medias-, conforman los separadores del carril-bus.
De esas 2.513 piezas, 468 (el 18,6%) han sufrido algún tipo de abolladura, aplastamiento o deformación -o directamente fueron arrancadas- y han tenido que ser retiradas y repuestas (sobre todo en las primeras semanas). Fabricar, transportar e instalar cada pieza en el asfalto cuesta al Ayuntamiento 172 euros, de modo que el municipio se ha gastado en estos tres meses cerca de 80.500 euros en reponer piezas rotas, y más de 430.000 euros en la instalación general.
El pasado julio, cuando presentó el modelo de separador ante la prensa, el concejal de Seguridad y Servicios a la Comunidad (que incluye el área de Movilidad), Pedro Calvo, afirmó que este tipo de bordillo no se puede retorcer, "ni siquiera quemar con gasolina", y que el material del que está hecho -polietileno de alta densidad- es muy flexible y resistente, "lo que le permite recuperar su forma original en caso de ser aplastado". Además, añadió el edil, al ser elaborados sin juntas ni soldaduras, los separadores "no tienen puntos débiles de rotura". "Son prácticamente indestructibles", sentenció.
"Paciencia"
"Es cierto, me equivoqué, no debí usar esa palabra, pero no pretendía decir que no pueden ni siquiera arrugarse, sino que no pueden partirse en trozos o rajarse y provocar un accidente. De hecho, es verdad que en este tiempo han tenido una alta tasa de reposición, pero también lo es que, al contrario de lo que temían algunos, no se ha registrado ni un solo accidente o percance en la circulación por culpa del separador", argumenta Calvo. El edil cree que hay que tener "paciencia" y "perseverar".
"De lo que se trata es de defender el transporte público y hacer cosas para potenciarlo. Hemos constatado que en los tramos en los que ya se ha instalado el separador se ha acabado un problema tan grave como era el de la carga y descarga en el carril-bus. Las furgonetas ya no invaden el carril porque ven demasiado claro que paralizarían el tráfico, entre otras cosas porque los conductores de la EMT tienen la orden expresa de no sortear a un vehículo parado en el carril-bus, sino pararse y pitar. Vamos a seguir en esta línea, estamos convencidos de que beneficia a la movilidad de la ciudad", concluye Calvo.
Los daños en las piezas azules del bordillo-bus fueron especialmente importantes en las primeras semanas, y después han ido bajando, según los técnicos municipales. "Ese 18% de reposición de separadores se alimenta sobre todo de lo ocurrido en los meses de agosto y septiembre; ahora, el porcentaje no supera el 10%. En las primeras calles que se instaló, sobre todo en Ciudad de Barcelona y Alcalá, podemos decir que hubo ataques claramente premeditados contra el separador, realizados incluso con todoterrenos y vehículos pesados; y también vandalismo", asegura el concejal.
Desde el departamento de Movilidad recuerdan, además, que "todos los elementos de mobiliario urbano sufren daños, y más aún uno, como éste, que está colocado en medio de la calzada". De los 18.000 semáforos de la ciudad, por ejemplo, cerca de 300 tienen que ser reparados por algo cada mes, según los técnicos; y lo mismo ocurre con el 12% de las señales verticales que jalonan las calles.
El bordillo separador del carril-bus lo ideó en 1988 el concejal socialista Valentín Medel, aunque entonces era de hormigón, en vez de plástico. El PP, entonces en la oposición, lo criticó duramente por "peligroso", y José María Álvarez del Manzano ordenó su retirada poco después de llegar a la alcaldía, en 1992. El equipo de Ruiz-Gallardón lo ha recuperado. "Pero este modelo no es peligroso, y beneficia al transporte público", insiste Calvo.
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