El cadáver número 13
La Guardia Civil cree que el único de los 37 ahogados en Rota aún sin enterrar cruzó el Estrecho cuatro veces
De los 37 fallecidos en el naufragio de una patera en Rota, una de las mayores tragedias humanas de las costas españolas, sólo queda por enterrar el último de los 13 cadáveres que no pudieron ser identificados. Los otros 12 recibieron sepultura con lápidas anónimas hace dos semanas en el municipio gaditano de Los Barrios. El número 13 rinde culto al infortunio de esta cifra y aguarda todavía en el tanatorio. No ha podido ser enterrado porque sus huellas necrodactilares coinciden con las de tres identidades diferentes, que, según sospecha la Guardia Civil, habría asumido en tres estancias anteriores en España. Su cuarto viaje, a bordo de la patera de Rota, fue también el último.
La investigación revela que las huellas del cuerpo corresponden a tres identidades
El naufragio, ocurrido el 25 de octubre de 2003, no sólo se llevó las vidas de 37 personas, sino también, en muchos casos, sus identidades. Algunos cuerpos llegaron a pasar en las aguas embravecidas por un fuerte temporal más de una semana. El mar devolvió a la costa los cadáveres en avanzado estado de descomposición. A la mayoría les dejó sin pertenencias y les borró el rostro. Las labores de identificación se iniciaron en el mismo momento del hallazgo de los cadáveres.
La Guardia Civil y el Proyecto Fénix, del departamento de Genética de la Universidad de Granada, asumieron estos trabajos de investigación milimétrica. Se recogieron todos los enseres que llevaban consigo, se detallaron sus ropas, y se señalaron todas sus características físicas diferenciales, como cicatrices o marcas. Sin embargo, fue el ADN su principal herramienta y aliado a la hora de lograr sus conclusiones. Las claves genéticas de los cuerpos debían compararse con la de los familiares pero el proceso fue muy complicado.
Agentes del Servicio de Criminalística de la Policía Judicial de la Comandancia de Cádiz viajaron a Marruecos durante dos días para reunir los máximos datos sobre los familiares y obtener muestras genéticas con la idea de poder cotejarlas con los cuerpos. En el consulado español en Casablanca, el Reino de Marruecos les permitió reunir a 34 personas que buscaban a familiares. Otros datos genéticos se obtuvieron en Algeciras y Cádiz de parientes residentes en España. Más de un año después de la tragedia, los trabajos propiciaron la identificación de 24 de los 37 fallecidos. Uno por reconocimiento directo de sus familiares, 22 gracias a las comparaciones genéticas, y otro, para mayor seguridad, por ambos métodos. Estos cadáveres fueron repatriados y recibieron sepultura en medio del llanto y el dolor de sus familiares.
A pesar del esfuerzo desplegado por el instituto armado y la Universidad de Granada, 13 cuerpos siguen aguardando un nombre. Una espera que ha transcurrido en el tanatorio de Los Barrios hasta que el pasado 13 de octubre en el cementerio de este municipio del Campo de Gibraltar un imán musulmán ofició el funeral de 12 de ellos. Fueron enterrados en tumbas anónimas, sin familias que velasen por sus almas. El cadáver número 13 sigue esperando. Lo curioso de su caso es que no tiene un solo nombre. Tiene tres con sus correspondientes apellidos.
Las huellas necrodactilares tomadas al cuerpo han permitido descubrir que el cadáver corresponde a tres identidades, la de Ahmed Gzounat, la de Rachid Msiad y la de Ahmed Zaounet. Los tres nacidos en 1969.
El cadáver no ha sido enterrado porque se está a la espera de que la Interpol pueda ofrece nuevos datos que permitan clarificar si sus restos corresponden realmente a alguno de estos nombres o, en cambio, los tres fueron inventados. La Guardia Civil cree que este inmigrante, al igual que otros muchos, llegó a residir en España hasta en tres ocasiones, fue expulsado igual número de veces y a cada regreso asumió una identidad distinta. Su cuarto intento se truncó la noche del 25 de octubre del año pasado por una ola de varios metros que hizo zozobrar la patera en la que viajaba y que lo arrojó al mar para siempre. Al igual que el resto de 36 fallecidos, cayó en medio de un alargado arrecife de rocas situado a apenas 200 metros de la orilla de una zona costera de Rota conocida como Los Corrales, a medio camino entre el hotel Playa de la Luz y la Base Naval de Rota.
El cadáver número 13 fue hallado cinco días después, en el agua, a una milla del espigón de Rota. Lo encontró a las cuatro y cuarto de la tarde el pesquero Cándido I. Una patrullera del Servicio Marítimo de la Guardia Civil lo recogió. Desde entonces, los agentes del instituto armado lo conocen como ROTA-04. Medía un metro y setenta centímetros, según registró en su informe la policía judicial. Vestía una camiseta de manga corta azul marino con un escudo amarillo y rayas rojas, una camiseta interior, unos pantalones cortos azules y calcetines blancos de Nike. Una cicatriz de siete centímetros marcaba su brazo izquierdo.
ROTA-04 sigue sin nombre porque sus restos no han podido ser comparados con el ADN de sus familiares. Según ha explicado el jefe de Criminalística de la Policía Judicial de la Guardia Civil en Cádiz, Pedro Rivas, hay parientes que "por miedo o desconocimiento" no han donado las claves genéticas que han permitido la identificación en otros casos.
La Asociación Solidaridad Directa, que ha viajado hasta en cinco ocasiones a las aldeas de donde procedían las víctimas, ha tratado de establecer conexiones con familiares que todavía reclaman los cuerpos de sus seres perdidos. Uno de ellos es un padre que dice haber perdido a su hijo Mustafá y confía que uno de los 13 cadáveres anónimos sea el de su vástago. De momento, espera un visado para viajar a España y poder comprobarlo.
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