Ni acomodadores ni linternas

Sábado 23 de octubre, cine Renoir Cuatro Caminos, sala número 2, sesión 19.00, entradas obtenidas por Internet (por las ventajas que ello aporta). Acudo con una amiga, desafortunadamente 20 minutos después de haber empezado la película, y al no ver nada dentro de la sala para poder acomodarnos, sí percibimos que estaban ocupados nuestros supuestos asientos, salimos a pedir ayuda al controlador de asistencia el cual nos dice, en síntesis, que no hay acomodadores y, por lo tanto, no hay linternas, que nos busquemos la vida.

Solicitamos hablar con un responsable que aparece a los tres minutos en idéntica sintonía. Nuestra perplejidad va en aumento (es la primera vez que no llego en punto a una sesión de cine) y, por supuesto, ante las respuestas robotizadas de estas dos personas, pedimos las hojas de reclamaciones a lo que se nos indica que no hay, sólo un libro. A todo esto pasando el tiempo y sin ver la película. Empeño imposible por lo que decidimos entrar a levantar a las personas y armar el pitote pertinente, si procedía, sin la ayuda obligatoria del cine y dada la pasiva negligencia del supuesto responsable del mismo. Lo de siempre: consumo puro y duro, ninguna concesión al usuario, gracias al cual ellos viven. Y todo por una simple linterna, cuando menos.