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Columna
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Día del Señor

De un tiempo acá, 11-S y 11-M mediante, no parece haber más Dios que Alá, más profeta que Mahoma ni más fundamentalismo que el islámico. La modernidad laica parecería ser la norma en un mundo secularizado en su conjunto, con la excepción de una civilización árabe anclada en o vuelta hacia la tradición religiosa. Sin embargo, la lectura de EL PAÍS del pasado domingo hace que esta idea se tambalee: hay muchos mas dioses, más profetas y más fundamentalismo de lo que parece.

Página 3: Buttiglione, que mañana puede ser nombrado responsable de Justicia, Libertad y Seguridad de la Unión Europea, utiliza al Dios de los católicos para encubrir su conservadurismo de libro. Páginas 4 y 5: Bush, cristiano renacido, parece atraer casi todo el voto religioso en una sociedad en la que la vida en algunas de sus ciudades "guarda más de una semejanza pasajera con la vida en Kabul bajo los talibanes" (Krakauer, Obedeceré a Dios, Península, 2004). En las páginas 7 y 14 aparece por fin el fundamentalismo islámico: la explosión de un coche bomba provoca la muerte de veinte policías en Irak, mientras que un atentado suicida en Kabul causa siete heridos. Otrosí en la página 26, en la que se nos informa sobre las investigaciones a propósito de la supuesta célula islámica que presuntamente preparaba un atentado contra la Audiencia Nacional.

Por cierto, en las páginas 9 y 10-11 podemos aproximarnos a un mundo musulmán no fundamentalista (haberlo, haylo), con sendas noticias referidas a las elecciones legislativas y presidenciales en Túnez y a la realidad de la República Árabe Saharaui Democrática casi treinta años después de la retirada de España del Sáhara Occidental. Páginas 18 y 19: dos interesantes artículos de opinión a propósito de lo que se ha dado en titular "tensión entre el Gobierno y la Iglesia católica"; dos visiones antifundamentalistas que advierten del riesgo de avanzar en España por el camino de una nueva guerra de religión, aunque sea sin armas. Página 8 del suplemento Domingo: análisis de la posible sucesión de Juan Pablo II. Religión por aquí y por allá: Dios sigue tomándose la revancha (por recordar el famoso libro de Kepel).

Y de la religión-religión pasamos a las religiones sustitutorias, religiones políticas, transferencias de sacralidad y como-sí-religiones variadas. Página 14: el choque de nacionalismos en Kosovo (mayoría albanesa y minoría serbia, los primeros reclamando la independencia, los segundos aferrados a la que consideran la cuna espiritual de los serbios) amenaza el futuro de la provincia. Página 27: En una final de hockey que enfrentara a las selecciones de Cataluña y de España, ¿a quién apoyaría Maragall? Simple expresión de un sentimiento deportivo y nacional compatible con el respeto mutuo según el president; cuestión de Estado (de Estado en estado de mala esperanza, gimiendo con dolores de parto mientras pequeños nacionalismos secesionistas pugnan por rasgar su vientre) según el PP. Páginas 29 y 30: Congreso cualquier cosa menos tranquilo del PP gallego, dividido por la sucesión de un Fraga al que, sin embargo, todos veneran como si de una milagrosa reliquia incorrupta se tratara. Y como apoteósico final del Congreso, el mismo Fraga prometiendo que su sucesión se realizará "democráticamente y por consenso", con lo que se demuestra que la fe no es creer lo que no se ve sino creer a pesar de lo que se ha visto.

En la página 32 otra reliquia incorrupta: Fidel Castro. En la página 34, un sublime acto de fe, en el sentido anteriormente señalado: continúa en activo el Ministerio de Vivienda consagrado a garantizar, en cumplimiento de la Constitución, el acceso a una vivienda digna para todos los ciudadanos. Página 36: ETA sigue empeñada en salvarnos de nosotros mismos a bombazos. Página 3 del cuadernillo del País Vasco: las educadoras de las escuelas infantiles de Vitoria se manifiestan en la Plaza de la Virgen Blanca portando cruces. Página 8 del suplemento Negocios: El presidente del Grupo Volkswagen pontifica: "Los gobiernos deberían abstenerse de interferir en los asuntos de las compañías privadas. Eso siempre saldrá mal". Fundamentalismo de mercado.

Y para terminar, y fuera de programa: leo en El Correo que el lehendakari Ibarretxe aseguró en la argentina Universidad de La Plata sentirse "absolutamente convencido" de estar en "el camino correcto". Alguien debería decirle al flamante doctor honoris causa que las convicciones absolutas casan mal con una visión laica del mundo. Y decirlo en una universidad: ¡Si Karl Popper levantara la cabeza!

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