"Se necesita la iniciativa del sector para hacer una buena reforma del azúcar"
Franz Fischler (Austria, 1946) ha sido el responsable de la política agrícola y pesquera de la Comisión Europea durante los diez últimos años. El próximo 1 de noviembre abandona el cargo tras haber transformado radicalmente el sistema de apoyo al campo, convirtiendo las ayudas a la producción en pagos condicionados a la calidad y el medio ambiente y trasvasando fondos al desarrollo rural. También ha ultimado los planes de reestructuración y de desgüace de la flota pesquera y sistematizado el control de las capturas en aras del sostenimiento del sector y la supervivencia de las especies.
Pregunta. Durante todo este tiempo ha tenido usted muchos encontronzazos con España, desde la polémica reforma del olivar que le enfrentó a Loyola de Palacio, entonces ministra de Agricultura, hasta la reforma pesquera...
"En Europa hay una media anual de un 2% menos de agricultores. Así que el dinero disponible por cada uno es mayor cada año"
"Debemos abrir las conversaciones con Turquía, pero es un error hacerlo con el único objetivo de que se convierta en un país miembro"
Respuesta. Eso es así porque España es uno de los países más importantes en el terreno agrícola y también, de lejos, uno de los más importantes en pesca de la UE. Todas las reformas y las políticas que he tenido que hacer conciernen mucho a este país. Ha sido una relación intensa. El problema es que las reformas no sólo generan beneficios; también dolor. Y hay que elegir entre seguir con las reformas o no hacerlo, en cuyo caso uno no se crea enemistades. Pero si un político es responsable debe ser consciente de que sus clientes necesitan soluciones a largo plazo. Creo que he sido capaz de responder a ello y de que las reformas, incluidas algunas tan cruciales como la del aceite, fueran aceptadas en España. Hemos dado una perspectiva política respondiendo a la sensibilidad española.
P. Cada una de sus propuestas son siempre recibidas de forma dramática.
R. Es que hay que distinguir entre el largo y el corto plazo. Por ejemplo, España percibió catastrófico el debate de la Agenda 2000 [el marco financiero pactado para el septenio 2000-2006 con un total de 314.000 millones de euros y reformas de ayudas aún en vigor]. Sin embargo, cuando empezamos a reformar la Agenda 2000, los españoles nos pidieron que la dejáramos como estaba. Ahora es similar. Hubo quejas contra la desvinculación de las ayudas y se empieza a comprender que el sistema garantiza mejor los subsidios para el futuro.
P. Ustedes han introducido en la política agrícola un sistema neoliberal premiando la eficiencia...
R. Creo que es simplemente menos intervencionista.
P. Y se ha iniciado la tendencia de dedicar cada vez menos dinero a la agricultura. El presupuesto se ha congelado con un crecimiento anual de sólo el 1%.
R. No es la tendencia general. Hay algunos capítulos en los que sí hay esa tendencia, pero el presupuesto está garantizado hasta 2013 y en Europa hay una media anual de un 2% menos de agricultores. Así que el dinero disponible por agricultor es mayor cada año.
P. La futura comisaria de Presupuestos Dalia Grybauskaite dice que es un esquema anticuado el de la UE por dedicar casi la mitad de su presupuesto a la política agrícola
[46.781 millones de euros este año de un presupuesto global de la UE de 111.300].
R. No estoy en absoluto de acuerdo con esa posición y he enviado una carta a mis colegas clarificando que esa afirmación es inaceptable. Recientemente dicté una conferencia en la Universidad de Harvard y la gente de ahí, que nadie puede acusar de antiliberal, dijo que nuestra política agrícola está por delante de la estadounidense. No acepto esa crítica.
P. Con su reforma está cambiando la filosofía de la Política Agrícola Común (PAC). Ahora se incentiva la producción, pero en el futuro se parecerá más a un subsidio de paro.
R. Implícitamente es también una forma de generar empleo. El pequeño programa LEADER [de desarrollo rural en zonas desfavorecidas] ha contribuido en los últimos cinco años a crear 100.000 nuevos empleos. Nuestra política agrícola en este nuevo terreno es parte de la política social, de la medioambiental, de la promoción de la calidad y la seguridad de los alimentos.
P. A corto plazo preparan ustedes una reforma del sistema de ayudas para el azúcar que también daña los intereses del sector en España, ya que propone un drástico recorte de la producción reduciendo las ayudas actuales.
R. Tenemos que adecuar nuestro sistema a las reglas internacionales. El precio del azúcar europeo es tres veces más elevado que el precio medio a nivel mundial y si seguimos así es muy atractivo para los países pobres o en vías de desarrollo producir más e inundar nuestro mercado. No lo podemos permitir. Con los precios a ese nivel no somos competitivos. Por eso, debemos ayudar a reestructurar la industria europea que no tiene viabilidad y es lo que vamos a hacer. En España, la situación es un poco mitad y mitad. Hay refinerías muy competitivas y otras que lo son poco. Necesitaríamos alguna iniciativa del sector para encontrar una solución razonable.
P. Usted se ha mostrado contrario a la entrada de Turquía en la UE.
R. Esa afirmación simplifica demasiado mi posición. Lo que yo digo es que debemos abrir las conversaciones con Turquía, pero que es un error abrirlas con el único objetivo de que se convierta en un país miembro, que deberíamos tratar el asunto de forma más abierta, buscando la mejor opción para Turquía y para nosotros. Porque en ambos lados hay problemas. Hemos subestimado la dimensión de los cambios que deben hacer esos países para lograr una cultura administrativa similar a la nuestra, la misma estrategia económica, las mismas reglas de competencia, y compartir el punto de vista en cuestiones tan importantes como la igualdad de oportunidades o los derechos de las minorías. En nuestro lado tenemos el problema de la capacidad de absorción de un país tan grande. Además de todo ello, creo que no tenemos claro cuál debe ser nuestra estrategia futura sobre la ampliación. Hasta dónde llegar. ¿Cómo podemos decir sí a Turquía y rechazar a Ucrania, a Moldavia o a Georgia?
P. Usted ha señalado que la entrada de Turquía costaría 11.000 millones de euros al año.
R. Sí. Es una estimación de lo que habría que adjudicar a Turquía con la actual política agrícola.
P. Usted dice que uno de los problemas de Turquía es que la Iglesia y el Estado no están claramente delimitados. Siguiendo el caso Buttiglione
[el nuevo comisario de Justicia, vetado en la Eurocámara por decir que la homosexualidad es pecado] parece que tampoco está del todo resuelto este asunto en Europa.
R. No podemos mezclar las cosas así. En Europa tenemos división entre Iglesia y Estado; también Turquía, si bien saber cómo de perfecta es esta división es una cuestión a considerar. El problema de este país es que la iglesia cristiana tiene problemas que no sufre la iglesia musulmana. Los representantes de la iglesia ortodoxa, de la armenia y la católica dicen que las negociaciones pueden ayudarles para lograr más libertad. Por eso están totalmente a favor de las negociaciones.
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