Un examen complicado

La economía turca aprobaría con un suficiente su ingreso en la Unión Europea. Un crecimiento del PIB del 10% previsto para este año, un repunte del consumo y sus 70 millones de habitantes como mercado potencial son sus principales credenciales. No obstante, aún quedan pendientes temas como el control de la inflación, la racionalización del sector público y las privatizaciones.

La economía turca está inmersa en un proceso de desarrollo dinámico que la llevará a crecer un inusual 10% durante este año, según pronostica el FMI. Las previsiones se sustentan en un avance del 13,4% en el primer semestre tras un 2003 en que la producción se elevó un 5,8%.

Las reformas para racionalizar el gasto avanzan con lentitud, ya que se mantiene el déficit fiscal, por cuarto año consecutivo, por encima del 10%

La economía turca está inmersa en un proceso de desarrollo dinámico que la llevará a crecer un inusual 10% durante este año, según el FMI

Estos datos juegan a favor del eventual ingreso de Turquía en la Unión Europea, ya que su situación financiera, sin ser de las mejores, la pone en mejor lugar que muchos de los diez países que se han sumado este año a la alianza continental. A favor de los turcos juega, además, que han logrado ordenar las finanzas y reponerse de la recesión que provocó una caída en su PIB del 7,5% en 2001.

¿Qué ha llevado a Turquía a repuntar? Principalmente, la entrada de capitales extranjeros producto de las privatizaciones, el fuerte crecimiento del consumo interno, la reactivación del sector manufacturero, construcción y las exportaciones, que representan el 34% de la economía. Precisamente, las ventas al exterior son uno los puntos a favor de su entrada en Europa, ya que Turquía tiene como principal socio comercial a la UE.

Balanza comercial

En 2003, los intercambios entre ambas partes se han incrementado por segundo año consecutivo. El comercio de bienes hacia la UE se incrementó un 11,5% en tasa anual, hasta el 54,7% de la balanza comercial turca. En este mismo año las exportaciones hacia la Unión Europea se incrementaron un 12,8%, hasta el 58,1% del total de las ventas turcas al exterior.

No obstante, el desarrollo de las exportaciones no sería posible sin la reestructuración del un sector público altamente ineficiente e históricamente deficitario. Desde 2002, el FMI revisa las cuentas públicas turcas, a raíz de un programa de rescate económico, que exige una disminución del gasto y control de la inflación. Gracias a él la inflación turca se ha reducido desde el 68% de 1999 hasta el 10% este año.

Otra prueba de esta limpieza es la reducción de la deuda pública desde un 64,8% en 1999 hasta un 44,9% en 2002. No obstante, las reformas en la racionalización del gasto avanzan aún con lentitud, ya que se mantiene el déficit fiscal por cuarto año consecutivo por encima del 10% del PIB, un nivel impensable para el Pacto de Estabilidad. El PIB turco ronda los 190.000 millones de dólares.

Control fiscal

Este débil control de las cuentas anuales ha significado que el país tuviese que recurrir constantemente a los préstamos internacionales para pagar sus deudas. El año pasado recibió una fuerte inyección de 13.500 millones de dólares en préstamos del Banco Mundial, el FMI y Estados Unidos. Turquía es uno de los mayores deudores mundiales de estos organismos.

Esta situación le ha hecho perder credibilidad, manteniendo su riesgo internacional en un nivel alto. A pesar de ello, en los últimos cinco años Turquía ha experimentado una entrada masiva de capitales por la privatización de sus mayores empresas públicas.

Este año, el principal proceso de apertura de capital es la venta del 20% de Turkish Airlines, que se enmarca dentro del proyecto anual de privatizaciones con que el Gobierno quiere recaudar 3.000 millones de dólares. No obstante, este programa ha sufrido diversos atrasos en años anteriores debido a una serie de trabas legales ancladas a décadas de administración económica centralizada.