Riqueza musical

Una gran riqueza musical puso en juego Núñez. El flamenco arropado por todos estos músicos suena distinto, tiene más cuerpo, otra entidad. Sigue siendo flamenco, y prueba de ello es que los estilos llevan su denominación flamenca, pero suena distinto casi siempre.

Música viva. Núñez, que es un virtuoso de la guitarra, trabaja los temas hasta el agotamiento de los mismos. Templo de lucero, por ejemplo, que es una soleá por bulerías, le sirve para fijar los términos flamencos en largas secuencias en las que participan alternativamente todos los miembros del grupo. Y así en todos los demás temas, salvo excepciones. Una de esas excepciones, brillantísima, es el dúo de contrabajo y percusión que realizan Martín y Cepillo. Otra, la soleá que baila Carmen Cortés, cargada de intención. Una soleá seca, que va marcando los tiempos en progresión y que ella baila admirablemente, con una difícil puesta a punto pero con gran contundencia. Y con mucha belleza.

Fue un torrente musical, en definitiva, el concierto de Gerardo Núñez y sus colaboradores. Y contó con un grupo de excepcional calidad, que le secundó en todo momento insuperablemente.