Cinco maneras de votar
Sólo el 0,6% de los estadounidenses utilizará el sistema tradicional de urnas y papeletas
Cabe la posibilidad, no excesivamente remota, de que el mundo se despierte el 3 de noviembre sin saber quién será el próximo presidente de EE UU. El miedo a un nuevo fiasco electoral ha creado dos ejércitos de abogados a sueldo de los partidos demócrata y republicano preparados para combatir una guerra legal en la que pretenden luchar hasta certificar la propiedad del último de los votos en el último de los condados. Al apetito legendario de los abogados en este país se suma un hecho incontrovertible: votar es, en EE UU, un ejercicio enrevesado.
Para poder votar, los estadounidenses han de inscribirse previamente en un registro electoral que tan sólo implica su disposición a ejercer ese derecho. En las últimas elecciones, de los 205 millones de ciudadanos en edad de votar se registraron 156 millones, y de ese colectivo sólo el 67,5% acudió finalmente a las urnas. El porcentaje de participación real sobre la población con derecho a votar quedó en el margen habitual en este país, ligeramente por encima del 50%.
El riesgo a que las elecciones se ganen o se pierdan por un puñado de votos en uno de los Estados indecisos ha creado unas incertidumbres terroríficas sobre la fiabilidad de los sistemas de votación. Dependiendo del lugar de residencia, los estadounidenses pueden encontrarse con cinco sistemas diferentes de emisión de voto:
- Papeleta de lectura óptica. Es actualmente el método más extendido. Los votantes rellenan un cuadrado o un círculo junto al candidato de su preferencia. La papeleta se introduce después en un escáner que proporciona el recuento.
- Voto electrónico. Los votantes eligen a su candidato en una pantalla táctil similar a la que se emplea en los cajeros automáticos.
- Tarjetas con pestañas. Aunque las "pestañas colgantes" de Florida se han convertido en el paradigma del desastre electoral, este sistema todavía se va a emplear en el 18,6% de los colegios. Los votantes perforan un pequeño rectángulo junto a su candidato preferido. Al final de la jornada, una máquina lee el número de perforaciones y ofrece un resultado que no es especialmente fiable por culpa de las pestañas aferradas parcialmente al cartón, los errores en la impresión de los textos en la tarjeta o, peor aún, la torpeza en el diseño, como recuerdan las infaustas "papeletas mariposa".
- Palancas. La mayoría de estas máquinas son literalmente octogenarias. Aunque en su día constituían un sistema casi único de emisión de voto, actualmente sólo el 13% de la población se encontrará frente a uno de estos aparatos mecánicos cuando acuda a votar. Las cabinas contienen un panel que asigna una palanca a cada candidato. Los votantes bajan la palanca del candidato que prefieren; cuando abandonan la cabina, la puerta activa el sistema de recuento y suma el voto a un contador mecánico. Aunque es el sistema preferido por la población de mayor edad porque es al que están más acostumbrados, los paneles pueden llegar a ser complejos: en algunos condados también se votan leyes y propuestas que pueden convertir el panel en una maraña de palancas. Sólo dos países emplean sistemas mecánicos como éste: EE UU y Gambia.
- Papeletas en urnas. El más simple y extendido de los sistemas de voto en los países democráticos sólo está disponible para el 0,6% de la población de EE UU.
En las últimas elecciones, sólo el 13% de los colegios ofrecía el sistema de votación electrónica. Este año, después de múltiples reformas legislativas y una enorme inversión para evitar el ridículo, el porcentaje de votación electrónica casi llegará al 30%. Sin embargo, existe un problema que amenaza con enturbiar el proceso: aunque la reforma electoral exige la impresión de un resguardo en papel que certifique el voto electrónico, esta condición no entra en vigor hasta dentro de dos años. Eso hace que millones de personas se enfrenten a una posibilidad nada improbable: que su voto se pierda por fallos en el software de las máquinas. Sin certificado impreso es imposible no sólo hacer un recuento, sino incluso cotejar la fiabilidad del programa informático con los datos de un recuento manual. Y por si esto fuera poco, los expertos no entienden por qué la votación electrónica proporciona un número inusual de votos en blanco.
El principal grupo independiente de supervisión del proceso electoral, Electiononline.org, considera que las virtudes del voto electrónico están en su simpleza: "Es perfecto para personas mayores o discapacitadas, que por primera vez van a poder votar y a ejercer ese derecho en secreto, por sí solos", cuenta a EL PAÍS Elizabeth Schneider, consejera legal de este organismo. "Pero Nevada es el único Estado en el que los ordenadores imprimen un certificado en papel de cada voto. Por eso mucha gente se opone a este sistema", dice Schneider.
En este punto del drama electoral entran en escena en torno a 30.000 abogados contratados por los dos principales partidos. Los equipos legales prometen supervisar el recuento en los colegios más conflictivos de entre los 200.000 en los que se podrá ejercer el derecho al voto el 2 de noviembre. Según Robert Bauer, consejero legal del Comité Nacional Demócrata, los abogados e interventores "tratarán de garantizar que el proceso funciona". Su trabajo no es sólo supervisar los recuentos; también tienen el encargo de recopilar pruebas y materiales que puedan emplearse en la argumentación de posibles demandas.
A todas estas circunstancias se suman otros problemas, desde el elevado número de votantes primerizos que desconocen el sistema de registro y emisión de voto, hasta la importancia inusitada de los votos ausentes (por correo), los votos provisionales (los emitidos en colegios equivocados) y los votos de los emigrantes y los 500.000 soldados repartidos por el mundo.
Las televisiones se tomarán el recuento con calma
En los libros de historia del periodismo siempre habrá un espacio de humor para el mayor desatino de las cadenas de televisión de EE UU, que en la noche electoral de 2000 otorgaron la victoria en Florida a Al Gore para luego dársela a Bush y después admitir que el ganador estaba en duda hasta que acabara el recuento. Los mecanismos preparados para el 2 de noviembre prometen evitar errores mediante el sacrificio de la prontitud. Los datos tardarán en llegar, pero se garantiza que serán fiables.
Hasta las últimas elecciones, las televisiones dependían de los primeros recuentos que realizaba el consorcio Voter News Service (VNS), formado por las principales cadenas. Al mismo tiempo, la agencia de información Associated Press (AP) ofrecía datos de los recuentos que eran más amplios, pero más lentos. Las cadenas usaban fundamentalmente los datos del VNS y, sólo después de hacer las predicciones de resultados, los cotejaban con los que AP empezaba a ofrecer. Y había un error adicional, la obsesión con la rapidez de la VNS no permitía incluir el resultado de los votos por correo, que se añaden al final del recuento.
El sistema de VNS volvió a demostrar su inoperancia en las elecciones legislativas de 2002 y el consorcio se disolvió. Ahora, las principales cadenas (ABC, CBS, NBC, CNN y Fox News) han creado una nueva institución, National Election Pool (NEP), en la que están no acompañadas, sino lideradas por AP, que es, a fin de cuentas, la empresa con mayor experiencia en información electoral: lo lleva haciendo desde 1848.
Associated Press ha distribuido más de 5.000 colaboradores en colegios electorales. La NEP tabulará los datos del recuento en un cuartel general situado en un almacén de Nueva Jersey y los comparará con las encuestas a pie de urna encargadas a dos de las empresas más prestigiosas en este terreno, Mitofsky Internacional y Edison Media Research. El sistema informático alertará ante desviaciones extrañas con respecto a elecciones anteriores. Desde la sede de la NEP, la información se enviará a todos los socios para que sean los analistas de cada cadena los que se arriesguen a hacer proyecciones. Las cadenas se han comprometido a no anunciar victorias y derrotas en Estados con más de un huso horario hasta que todos los colegios hayan cerrado, lo cual corrige uno de los errores cometidos en Florida. Según Dan Rather, el presentador estrella de la CBS, se acabaron las prisas: "Lo más importante es la exactitud, no la velocidad".
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