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Crónica:FÚTBOL | Liga de Campeones: tercera jornada
Crónica
Texto informativo con interpretación

Casillas salva a la caballería

El Madrid, con toda su nómina de delanteros, sale ileso frente al Dinamo gracias a su portero

José Sámano

A toque de corneta y desafiando toda doctrina futbolística vigente, el Madrid salió airoso de un choque agónico que entronizó un poco más a Casillas, héroe del órdago ofensivo lanzado por García Remón. Harto de remiendos inútiles en el eje del equipo, el técnico dio rienda suelta a toda la caballería. Alineó uno a uno a todos los galácticos sanos, con Guti de ancla por delante de la defensa. Un 4-1-5, un dibujo que remontaba a los majestuosos tiempos de Bernabéu. Un guiño para el actual presidente, que, de alguna forma, vio fotocopiado el sueño infantil que prevalece en su atalaya: el álbum de Kopa, Rial, Di Stéfano, Puskas y Gento. Anoche fueron sus pretorianos -Figo, Zidane, Ronaldo y Owen- los que en compañía de Raúl tomaron al asalto el encuentro. Una alineación contraria a toda la física del fútbol, pero acorde con el guión impuesto por el mando. Con un equipo partido por la mitad, el Madrid arrancó de forma desbocada. Propuso al Dinamo de Kiev un intercambio de golpes, un pulso en las dos áreas. Y el equipo ucranio aceptó, sin que le importase demasiado la nómina de pegadores de su rival. No contaba con Casillas, el aguador de todos sus compañeros en los muchos momentos que el Madrid estuvo contra las cuerdas.

REAL MADRID 1 - DINAMO KIEV 0

Real Madrid: Casillas; Salgado, Helguera, Pavón, Roberto Carlos; Guti; Figo (Solari, m. 29), Zidane, Raúl; Owen (Celades, m. 65); y Ronaldo (Morientes, m. 80).

Dinamo de Kiev: Shovkovsky; Sablic, Gavrancic, Rodolfo; Ghioane (Peev, m. 87), Gussev (Cernat, m. 64), Yussuf, El Kaddouri, Diogo Rincón (Belkevich, m. 74); y Kleber.

Goles: M. 33. Ronaldo centra desde el pico derecha del área, Shovskovskyi en su salida no acierta a atrapar la pelota, y el inglés Michael Owen remata con el pie desde el suelo para anotar su primer tanto como jugador del Real Madrid.

Árbitro: Gilles Veissiere (Francia).

Unos 75.000 espectadores en el estadio Santiago Bernabéu. Tercera jornada de la liguilla de la Liga de Campeones en el grupo B.

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Sin más freno que la inteligencia de Guti -de largo, el mejor medio centro de la plantilla-, el Madrid castigó con saña al Dinamo durante los primeros veinte minutos. Un periodo en el que remató más veces que en muchos partidos completos de este curso. Por la derecha, por la izquierda y por el centro, el Madrid acribilló a Shovkovsky, que tuvo tajo de lo lindo. Sólo Guti, expuesto a uno de los exámenes más exigentes de su carrera, ponía algo de cordura. Los demás se lanzaron a un ataque frenético, sin cháchara alguna, y Zidane -medio centro postizo-, Figo, Ronaldo y Raúl estuvieron a punto de golear. Toda la tropa salvo Owen, perdido en medio del combate, sin encontrar su hueco entre semejante pelotón ofensivo.

La lesión de Figo a la media hora frenó al Madrid, que rebajó el ímpetu inicial. En parte, también exprimido por el desgaste físico al que se vieron obligados jugadores poco habituados a remangarse. Sin el portugués, García Remón optó por situar a Solari a la izquierda y dar vuelo a Raúl por la derecha. Una decisión extraña, cuando Owen, más veloz que el capitán, parecía el más adecuado para irse al costado. Sin embargo, apareció Ronaldo para barrer a los defensas del Dinamo y despejar el área. El brasileño enfiló por la izquierda, sentó a un contrario, levantó la cabeza y adivinó el desmarque de Owen, que cazó el gol al estilo Owen. Es decir, por anticipación y pillería. No hubo más noticias del inglés, que ni siquiera con su acierto cogió el hilo del partido y terminó en la ducha antes de tiempo. El chico destila un aire lacónico que le delata ante sus compañeros, que aún no le ven como una opción prioritaria en el ataque. Los focos están frente a Ronaldo, o Raúl como segunda alternativa.

El gol del ex jugador del Liverpool llegó justo cuando el Dinamo había comenzado a estirarse. Aseado en el manejo de la pelota, el equipo ucranio se mostró tierno, demasiado tierno. Primero para atajar la ofensiva rival y luego para herir a un oponente desnudado en la defensa. Un rival sostenido por Casillas, que frustró al Dinamo en media docena de clarísimas ocasiones. En el primer tiempo y en el segundo, cuando el Madrid se vio más zurrado y estuvo al borde del empate en más de una ocasión. Obligado a apretar los dientes y ponerse el mono, el equipo sufrió hasta el final. Hasta Ronaldo tuvo que tirar de pico y pala. Como muestra, los dos balonazos testiculares que recibió por echar un cable a Casillas.

Con el partido descuartizado, sin un equipo capaz de domar el juego, el grupo de García Remón no pudo cerrar el marcador pese a tener despejado el paisaje frente al meta ucranio. Ronaldo y Solari pudieron bajar la persiana en dos contras. No lo hicieron y el Madrid terminó colgado del larguero de Casillas, panza arriba y con un nudo en la garganta. Al fin y al cabo, un riesgo que entraba dentro del dictado de García Remón, que jugó a la ruleta con una alineación tejida contra natura. Pero la plantilla es asimétrica, se mire por donde se mire, y no hay muchas otras variantes. En duelos como el de ayer le salió cara. En otros quién sabe de qué lado caerá el bingo. De acuerdo a la lógica del fútbol, cuesta creer que en los tiempos que corren se pueda clonar el modelo de los gloriosos años 60. Ésa es la apuesta del rector actual, enfrentado a un desafío mayúsculo. Anoche salió ileso gracias a un portero, un cromo sin gancho en el viejo Madrid que desvela a Florentino Pérez desde hace 40 años.

Raúl, Zidane y Solari abrazan a Ronaldo tras el gol de Owen.
Raúl, Zidane y Solari abrazan a Ronaldo tras el gol de Owen.RICARDO GUTIÉRREZ

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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