Raúl celebra como volante sus 500 partidos oficiales
El Bernabéu no se ha llenado en toda la temporada y la noche de ayer no fue una excepción. Llovía y la gente se dejó arrastrar por el anticlímax que rodea al equipo. Chamartín es desde hace un tiempo un barrio menos vibrante y el estadio, con 20.000 de sus localidades desocupadas, no dejó de reflejarlo. Como para compensar a los fieles que asistieron a la velada Owen, el último galáctico, marcó su primer gol en el Madrid. Lo hizo en una noche que la estadística señala en números luminosos: ayer Raúl hizo su partido oficial número 500. Y no acabó como delantero sino como medio.
Empezó volcado a la izquierda, por delante de Roberto Carlos, y siguió como media punta, por delante de Guti, antes de terminar el encuentro como ariete. Alejado a su zona natural desde el inicio Raúl se ajustó al rol que cumple desde hace un año. Además de capitán es el chico para todo.
Temeroso de ceder la banda izquierda a Solari, que se ha recuperado recientemente de una lesión, el técnico García Remón puso a Raúl como volante. El capitán madridista es el jugador con más partidos en Liga de Campeones. Además, en 11 ediciones, es el máximo goleador de la historia del torneo, con 47 tantos. Su colección de más de 250 goles en competición oficial, sin embargo, no le han asegurado un lugar permanente en el área de penalti. Ayer, gracias a su versatilidad, permitió la entrada de Owen. No fue un acontecimiento baladí para el inglés, pues el gol le quitó una losa de encima.
El caso de Owen es el típico del jugador que necesita adaptarse deportivamente, pero también a una nueva ciudad para rendir a pleno. Hombre de naturaleza introvertida, poco propenso a comunicarse con sus compañeros, los últimos meses en la vida del ex jugador del Liverpool han sido aburridos en el mejor de los casos. Owen ha tenido no sólo que cambiarse de ciudad. Su mudanza a Madrid le supuso abandonar el mundo de Anfield, el vestuario, el club y la comunidad que lo habían cuidado como a una perla desde 1997. A sus 26 años vive en Madrid con su esposa y su hija pequeña en un hotel, del que sale poco y nada. Tener que rendir en un equipo que no atraviesa por su mejor momento, le dificultó la aventura. En las últimas semanas se le ha visto cabizbajo cuando no deprimido. El desacierto ante el gol desencadenó en él el síndrome melancólico que suelen padecer los delanteros si no marcan. Sus brillantes desmarques, por novedosos, tampoco eran leídos por sus compañeros. "En este equipo nadie rompe el fuera de juego como él", dijo Helguera en estos días. Ayer, Ronaldo lo vio y le sirvió su primer gol como madridista.
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