La Fundación Godia exhibe 58 antiguos retratos de lamas tibetanos
Una verdadera galería de santidad: 58 esculturas de grandes lamas tibetanos se alinean en las vitrinas de la Fundación Godia, en Barcelona, en la primera exposición que se presenta en Europa dedicada monográficamente a los maestros espirituales del budismo tántrico (Grandes lamas del Tíbet, el retrato en bronce, desde mañana hasta el 5 de enero).
Las valiosísimas piezas, en bronce recubierto de oro la mayoría y todas consagradas, proceden de diversas colecciones privadas y abarcan desde los siglos XIII al XIX. Componen en conjunto un auténtico star system del budismo tántrico -el característico del Tíbet-, pues representan a personajes históricos que han sido tradicionalmente venerados y que son reconocibles en las esculturas por las inscripciones, sus características físicas (incluso en algún caso una simple verruga), sus adornos o los precisos gestos rituales de las manos (mudras). Algunos personajes son monjes, pero otros (la condición de lama no requiere la ordenación), seguidores de las corrientes más esotéricas, sorprenden por su aspecto estrafalario.
Junto a las figuras, de una belleza y exotismo hipnotizantes, la exposición muestra una docena de objetos litúrgicos tibetanos como un recipiente hecho con un cráneo humano.
Entre las esculturas, que han sido ordenadas de manera que se puede seguir las evolución estilística de este especial género del retrato, algunas muestran un asombroso naturalismo. Es el caso de la deliciosamente plácida de Milarepa, que se lleva la mano al oído en un gesto que puede parecer cotidiano pero que remite a conocimientos secretos, o la pequeñita de Arhat Gopaka, cuyo curtido rostro de anciano es digno de un retrato helenístico o de la vieja Roma.
Según el comisario de la exposición, el prestigioso egiptólogo Ramon N. Prats, que subrayó ayer el papel central del lama en el budismo tibetano, varias de las esculturas son auténticos retratos realizados en vida del modelo.
Todas las piezas de la exposición se exhiben por primera vez, recalcó Prats, que señaló la difícil supervivencia de esa clase de esculturas -destruidas en gran número por los chinos tras la invasión del Tíbet- y evocó los largos caminos llenos de dificultades por los que han llegado hasta Occidente, a menudo en los primeros tramos a lomos de yaks.
Babelia
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