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Reportaje:

La cara triste de la suerte

El Ivima adjudicó ayer por sorteo varios pisos de realojo en Fuencarral y, como temían, algunos vecinos salieron perdiendo

Ayer era el día de la esperanza. Llevaban 20 años soñando con un sorteo que iba a cambiar sus vidas, pero la suerte les dio la espalda. Y eso que el bombo determinó que deberán dejar sus viejas y deterioradas casas construidas hace 40 años y cambiarlas por otras nuevas y con todas las comodidades. Sólo un detalle les entristece: su casa, la que la Comunidad va a derribar a cambio de la nueva, tenía tres habitaciones... y la que ahora se les da tiene dos. Son cinco de familia.

La asociación de vecinos La Unión de Fuencarral llevaba meses denunciándolo y finalmente sucedió: al menos dos familias del Poblado Dirigido A de este distrito salieron perdiendo en el sorteo. Alberto Lorenzo, de 44 años, vive en una casa de tres dormitorios junto a su mujer, sus dos hijos de 13 y 18 años y su suegra, de 72. Y ahora tendrán que conformarse con un piso de sólo dos dormitorios.

La Comunidad revisará los casos de las familias que resultaron perjudicadas

La razón: el Ivima sólo reconoce a la suegra como titular de la vivienda, en aplicación del decreto 195/2000 que regula la composición familiar en los realojos. Según la norma, Alberto y su mujer -y con ellos, sus hijos- no constan como núcleo familiar con derecho a residencia en esa casa al ser mayores de 32 años. "Llevo 20 años viviendo allí y he entregado toda la documentación que pedían. Pero la ley dice que a partir de los 32 años los miembros de una familia deben estar ya independizados", explica Alberto. Por eso, sólo a su suegra -la propietaria de la casa vieja- le corresponde el derecho a un nuevo piso, en este caso de sólo dos habitaciones.

El sorteo es el paso previo al derribo de sus antiguas casas, como prevé la norma de remodelación de barrios, el decreto 100/86. Esta ley, promulgada hace casi dos décadas, establece el derribo de los barrios construidos hace más de 40 años por la extinta Obra Sindical del Hogar, ahora propiedad del Ivima. Estos núcleos están compuestos por viviendas pequeñas y de mala calidad que deben ser sustituidas por otras más dignas. En los poblados dirigidos A y B de Fuencarral llevan 18 años esperando este cambio, que afecta, por el momento, a más de 400 vecinos que serán reubicados en 152 nuevas viviendas.

La suegra de Alberto accedió al sorteo de las viviendas de dos habitaciones junto a los demás vecinos que, según el censo del Ivima, corresponden a esta categoría -las de tres dormitorios se sortearán el próximo lunes, y las de cuatro, el martes-. Pero ayer existía una esperanza: había 50 pisos pequeños a sortear para sólo 62 vecinos. Es decir, 12 pasarían directamente al sorteo de los pisos de tres dormitorios.

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Había tensión, fruto de una paradoja: era preferible no salir elegido para así acceder a una vivienda más grande en un sorteo posterior. Aparte de la de Alberto, otras dos familias con varios miembros dependían de la suerte para mejorar su vida. Una la tuvo. Otra, elegida casi al final del sorteo, tendrá que vivir también en un piso de dos dormitorios en el que convivirán cuatro personas: un anciano enfermo de Alzheimer, dos adolescentes de distinto sexo y su madre. Esta mujer, que prefiere no ver publicado su nombre, asegura que hizo todo lo posible para ser admitida en el sorteo de los pisos más grandes. "Pero el Ivima sólo reconoce la titularidad de mi padre", se lamentaba. "Duermo desde hace años en un sofá cama en el salón con mi hija, y ahora seguiremos igual". Al ver salir su número del bombo, empezó a llorar. El notario exclamó en voz alta: "¡No llore usted, que le hemos dado un piso nuevo!".

Aún peor suerte tuvo Alberto: salió elegido en último lugar. "Tendremos que buscar un piso de alquiler, no cabremos todos", dice. No es una solución fácil, ya que Alberto gana algo más de 700 euros al mes, "y el alquiler más barato es de 600 euros". "Sólo trabajo yo. Apenas nos quedará algo para comer", vaticina.

En la otra cara de la moneda están los vecinos, solteros o viudos, que ayer no salieron elegidos y que ahora recibirán un piso de tres dormitorios, a pesar de que algunos viven solos. La asociación de vecinos tratará de convencerlos para que permuten su piso por el de alguna de las familias perjudicadas.

Por su parte, la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación Territorial insiste en que "los vecinos nunca vivirán peor que antes, ya que algunos habitan casas de un dormitorio y les daremos de dos o más". La consejería recuerda que la ley sólo reconoce la composición familiar que reúna los requisitos para evitar "la picaresca" de registrar a más personas por vivienda para aspirar a un piso mayor. Sin embargo, y a pesar de que, subrayan, "la ley es igual para todos y no se pueden hacer excepciones", la consejería anuncia que el gerente del Ivima, Domingo Menéndez, "está dispuesto a revisar los casos, uno por uno, que hayan podido resultar perjudicados" por el sistema del sorteo.

El consejero, Mariano Zabía, admitió el pasado jueves durante una comparecencia en la Asamblea que "la perfección en un sistema como éste es difícilmente alcanzable".

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