Las lenguas absueltas
El éxito obtenido por Nedjma, la novela que el escritor argelino Kateb Yacine publicó en el año 1976, permitió a no pocos lectores europeos advertir la extensión de un fenómeno sobre el que no existía clara conciencia hasta entonces: la literatura de algunos países árabes se expresaba, también, en el idioma de la potencia que en su día los había colonizado. Si en el caso de los escritores del África negra se consideraba, y aún hoy se considera, que sus lenguas nativas carecían de manifestación literaria y, por tanto, su abandono por parte de poetas y novelistas rara vez ha producido extrañeza, en el caso de la lengua y la literatura árabes la situación resultaba diferente. Obras como Las mil y una noches, además de la dilatada tradición poética, filosófica y científica que se desarrolla a partir del siglo VIII, aparecían como una sólida razón en favor de que los escritores árabes aspirasen a permanecer inequívocamente en su ámbito de expresión, prolongándolo y enriqueciéndolo.
Obras clásicas aparecían como una razón para que los escritores árabes permaneciesen en su ámbito de expresión
El pan desnudo, del marroquí Chukri, que fue publicada en árabe, no obtuvo la admiración hasta que fue traducida al francés
Nedjma no fue, con todo, la primera obra de un escritor árabe redactada en la lengua de los colonizadores; tampoco la primera en cosechar un amplio reconocimiento internacional. Décadas antes, Jalil Yubrán había publicado en inglés la mayor parte de su poesía y había disfrutado de un éxito que se mantiene hasta la actualidad, aunque muchas veces confinado en ediciones de dudosa solvencia. Pero la irrupción de Kateb Yacine, a diferencia de la de Yubrán, tuvo como consecuencia una súbita preocupación por definir los límites de la literatura árabe, aún no zanjada entre críticos y especialistas. Establecer esos límites en virtud de la lengua, y sólo de la lengua, resolvía las incertidumbres, aunque al precio de sacrificar algunos nombres decisivos o de instalarse en contradicciones irresolubles.
Así, la idea de que Jalil Yubrán es uno de los más grandes poetas árabes, haciendo abstracción de que escribió en inglés la parte más influyente de su obra, ha podido convivir durante mucho tiempo con la de que, por expresarse en francés, Kateb Yacine no pertenecía siquiera a las letras árabes. Y con Yacine, una nómina creciente de escritores que incluiría, entre otros, a Mohamed Dib, Mouloud Feraoun, Rachid Boujedra, Driss Charaibi, Abdellatif Laabi, Edmon el Malek y, ya en fecha más reciente, a Amin Maaluf, Abdellah Laroui, Fátima Mernisi, Assia Djebar, Malika Mokeddem o Yasmina Khadra. Algunos títulos de estos autores están traducidos al castellano; otros, como Después de Tánger, publicado en el año 2002, del marroquí Larbi el Harti, han sido escritos y publicados directamente en esta lengua.
Más allá, sin embargo, de la controversia acerca de la tradición a la que pertenecen los autores árabes que han optado por expresarse en inglés, francés o castellano -y entre los que también se encuentran ensayistas como Edward Said o el libanés Georges Corm- existe una segunda línea de argumentos que se refieren a los motivos de su elección lingüística, de su implícita absolución de la lengua del colonizador. Por un lado, la debilidad del mercado editorial en la mayor parte de los países árabes, unida a la baja tasa de alfabetización, puede suponer un aliciente para inclinarse hacia unas lenguas que, por lo demás, son de uso corriente en las calles de las ciudades al sur y al este del Mediterráneo. Por otro, el acceso a los centros de cultura europeos y norteamericanos sin necesidad de mediación puede conllevar ventajas de diversa naturaleza, y que van desde el sentimiento de saberse amparados por una mayor libertad de expresión a la eventualidad de obtener el reconocimiento en el propio país después de haberlo alcanzado fuera. El pan desnudo, la extraordinaria autobiografía del marroquí Mohamed Chukri, recientemente fallecido, constituye uno de los más acabados ejemplos de este trayecto: publicada inicialmente en árabe, no obtuvo la admiración de la que goza hoy hasta que fue traducida al francés y acogida por la crítica con entusiasmo.
Los riesgos que acechan a los escritores árabes que han preferido otra lengua para expresarse, y en el que han incurrido algunos de los que aparecen en las listas de los más vendidos, proceden precisamente de la manipulación deliberada del mecanismo que operó con El pan desnudo. Llevado al extremo, invita a concebir obras en las que se ofrecen al lector en inglés, francés o castellano los estereotipos que éstos esperan encontrar, la confirmación de los tópicos sobre los que se está construyendo un renovado orientalismo de consumo.
Estos productos editoriales no sólo empujan hacia un segundo plano a las obras de valor, sino que, en una situación convulsa como la que se vive en la actualidad, se convierten en una de las principales vías de conocimiento para un mundo que poco o muy poco tiene que ver con el que se refleja en sus páginas.
BIBLIOGRAFÍA
CLÁSICOS
Ben Tufayl. El filósofo
autodidacto (Trotta).
Josefina Veglison. La poesía árabe clásica (Hiperión).
Taha Husayn. Los días
(Ediciones del Viento).
Tawfiq al Hakim. Diario
de un fiscal rural (Ediciones del Viento).
NARRATIVA
Naguib Mahfuz. El callejón de los milagros, Hijos de nuestro barrio, Entre dos
palacios (todos en Martínez Roca), Miramar (Destino).
Abderrahmán Munif.
Al este del Mediterráneo
(Ediciones del Oriente y
del Mediterráneo).
Gamal el Guitani. Zaini
Barakat (Huerga & Fierro).
Radwa Ashur. Granada (Ediciones del Oriente y
del Mediterráneo).
Salem Himmich. El loco del poder (Libertarias).
Rahis Daíf. Estimado señor Kawabata (Ediciones del Oriente y del Mediterráneo).
Gassán Kanafani. Hombres al sol (Pamiela).
Tayyeb Saleh. Época
de migración al norte (Martínez Roca).
Ibrahim al Koni. Oro
en polvo (Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores).
Mohamed Chukri. El pan desnudo y Rostros, amores, maldiciones (Debate).
Assia Djebar. Lejos de
Medina (Alianza), Las noches de Estrasburgo (Alfaguara),
El blanco de Argelia (Ediciones del Oriente y del
Mediterráneo).
Yasmina Khadra. Las
golondrinas de Kabul y El
escritor (Alianza).
Amin Maaluf. León el africano y Las cruzadas vistas por los árabes (Alianza).
Tahar Ben Jelloum. Sufrían por la luz y El islam explicado a nuestros hijos (RBA).
Jabbar Yassin Hussin. El lector de Bagdad (Siruela).
Narradores marroquíes contemporáneos. La puerta de los vientos (Destino).
POESÍA
Adonis. Canciones de Mihyar el de Damasco (Ediciones del Oriente y del Mediterráneo), Epitafio para Marrakech. Nueva York. Fez (Hiperión), Homenajes (Huerga & Fierro).
Mahmud Darwish. Menos rosas (Hiperión), Un fénix mortal y Estado de sitio (Cátedra), Memoria para el olvido (Ediciones del Oriente y del Mediterráneo).
Sayd Bahodín Majruh. El suicidio y el canto. Poesía popular de las mujeres pastún de Afganistán (Ediciones del Oriente y del Mediterráneo).
ENSAYO
Edward Said. Orientalismo (Debate), Cultura e imperio (Anagrama), Fuera de lugar, Crónicas palestinas (Grijalbo).
Abdelkáder el Yanabi.
Horizontes verticales (Ediciones del Oriente y del Mediterráneo).
Fátima Mernisi. El harén político (Ediciones del Oriente y del Mediterráneo), Un libro para la paz (El Aleph).
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