Metrosocialistas
Parece que por fin vamos superando la noción restrictiva de los problemas urbanos y los responsables socialistas van cayendo en la cuenta de que el porvenir de Andalucía -y de España- se encuentra en las conurbaciones metropolitanas. Muchos de los problemas y las soluciones de la calidad de vida de la ciudadanía del siglo XXI se verán enmarcados en las estructuras metropolitanas de nuestras ciudades. Estas empiezan a ser entendidas como redes de centros y periferias intercambiando constantemente sus funciones y papeles. Lo que hoy son nuevas centralidades y ciudades policéntricas, en el futuro serán ciudad y territorio ordenado, si lo sabemos hacer bien. Decir territorio ordenado y hablar de metrópolis sostenibles es establecer contradicciones en los propios términos, pero el oximorón de la "sostenibilidad metropolitana" se enfrenta a la realidad de la ciudad continua e indefinida en sus áreas metropolitanas existentes o emergentes.
Frente a la "ciudad difusa" y la "conurbación ilimitada" que ocupan el territorio y malgastan sus recursos, existen alternativas que respetan valores ambientales y recursos naturales, ofreciendo accesibilidades, conectividades y movilidades en ciudades de varios centros. Centros que no se verán mejorados si se ignoran, pero tampoco se verán beneficiados si se les considera "ciudad total" y espacio ocupado. En la ola urbanizadora que Andalucía va a sufrir en las dos próximas décadas, si no se frenan o amortiguan los procesos actualmente insostenibles de construcción del litoral y los grandes centros urbanos, la ciudad se confundirá con el entorno en una amalgama perversa.
Sabemos de las tendencias imparables y de los procesos económicos globales, pero nos falta ponerlos en nuestros compromisos urgentes locales, y así evitar los daños graves. Hasta ahora algunos sólo somos profetas predicando en un territorio llamado a ser especulado una vez más, machacado por la edificación, alborotado por el turismo residencial y el aumento a toda costa de los visitantes.
Desde la mejor buena fe, desconocemos por qué decayó la ley de áreas metropolitanas, pero el rancio impulso a las diputaciones y con los pobres resultados de la aplicación de la ley de grandes ciudades, de las reformas de Régimen Local....de las de capitales y otras. La voluntad social de la ciudadanía por imponer nociones avanzadas frente a los viejos problemas debe prevalecer ante tantos flojos textos legales.
Hoy los posibles valores metropolitanos se ejercen por los sectores más innovadores de la sociedad, y por algunas grandes políticas de infraestructuras, como los consorcios de transportes, de aguas y basuras, bomberos y metros urbanos, que desarrolla la Junta de Andalucía a veces en colaboración con Ayuntamientos y entidades locales (y otras en abierta batalla), que se enfrentan a la resignación de las "ciudades fortaleza", muy querida de los conservadores para garantizar soluciones que satisfagan sólo a los electores urbanos que un día les dieron crédito.
Pero, a pesar de que conservadores y rancios los hay en todos los partidos, da la impresión de que los electores van eligiendo la opción metrosocialista, frente a la alambicada concepción de metrosexual. Al parecer, esta última es la que ostentan privilegiados hombres sensibles, que se cuidan, que no ejercen de machistas y que se visten bien, que son cultos, urbanos y ricos y se echan cremas en la cara y las manos; tan guapos y tan pocos.
Los metrosocialistas que prefiero son mujeres y hombres que han empezado a comprender que el futuro de sus hijos será metropolitano. No le quieren dejar en herencia periferias degradadas, centralidades y barrios sin articular, derroches de recursos, ciudades discontinuas de ínfima calidad en permanente decadencia física y ambiental, mezcladas con otras de alto nivel, cerradas o acotadas para usos privados, comerciales, de ocio y de negocio.
El perfil de los metrosocialistas es el de una ciudadanía exigente, responsable y laica que apuesta por la igualdad en el uso del territorio, el acceso y la articulación de la calidad de vida y no solo de renta. La nueva ciudadanía metrosocialista apuesta por los metros urbanos, pero con políticas ambientales de medio y largo plazo, por los indicadores urbanos de sostenibilidad y por crear riqueza sin hundir los recursos naturales y sociales. Son los protagonistas de la segunda modernización de Andalucía, hasta ahora tan poco resaltados en los estudios; y olvidados en el festival político de la reforma del Estatuto de autonomía.
La mejora del capital humano en Andalucía necesita de la extensión del concepto metropolitano. Para mi sorpresa, los populares están distraídos, pendientes de localismos estrechos en tanto los metrosocialistas les restan crédito en las elecciones municipales. Son los que no quieren viejas urbes enfrentadas, sino una sociedad dinámica emergiendo de la articulación de redes y estructurando conocimiento compartido, fuera de la visión estrecha de los policentrismos sin estructura ni liderazgo.
Si lo que faltan en Andalucía son élites organizadas para el liderazgo global, los metrosocialistas tienen una oportunidad para no defraudar las esperanzas de todos.
Carlos Hernández Pezzi es arquitecto y presidente del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España.
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