Dos de cada tres maltratadas lo niegan ante el médico
El doctor Javier García-Campayo se mostró ayer categórico a la hora de avanzar en la detección por parte de los médicos de familia de casos de malos tratos a la mujer: es la propia mujer, en dos de cada tres casos, la que dificulta esa detección por su negativa a aceptar que es maltratada.
El médico presentó en el congreso Semergen de Granada el libro La familia y el médico de familia. Según las investigaciones recogidas en él, la mitad de las mujeres agredidas presentan enfermedades físicas o mentales asociadas al maltrato, por lo que el autor recomendó nuevas estrategias para detectar cuándo una mujer pasa por esa situación. Más formación para los médicos y más tiempo para el paciente son las soluciones propuestas por el generalista.
El taller sobre violencia doméstica puso de manifiesto la importancia de la atención primaria en la detección de estos casos, ya que el 90% de las mujeres maltratadas pasan por la consulta más cercana en el año siguiente a la agresión. Es necesario que el médico detecte a tiempo el maltrato que, según García-Campayo, se ha llegado a diagnosticar en algunos casos tras 12 años de continuas agresiones.
Otro taller de los celebrados ayer fue el que abordó la atención a inmigrantes. En algunas provincias, como Almería o Murcia, hay consultas en los que se atiende a más pacientes inmigrantes que españoles, según su coordinador, José Luis Martín, que se quejó de la falta de formación de algunos médicos y de la escasa adaptación de los extranjeros.
El idioma es, en muchos casos, una dificultad añadida a los condicionantes sociales o al significado que las distintas culturas dan a la enfermedad, a su papel social y a determinados tipos de tratamientos. Por eso, Semergen, la organizadora del congreso, ha publicado el Manual de Medicina Transcultural y la Guía de Medicina Transcultural.
El congreso trató también las enfermedades mentales, que según los generalistas, afectan al 30% de los pacientes que acuden a las consultas de primaria. El acoso laboral se ha convertido en un importante problema social, por su repercusión en la salud del afectado y los costes indirectos que ocasiona.
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