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Reportaje:

Palestina FC

El Ejército israelí impide a la selección viajar a los partidos del Mundial

La selección nacional palestina no puede jugar al fútbol. El Ejército israelí ha decidido, "por razones de seguridad", impedir la salida de los jugadores palestinos hacia Taiwan, donde deberían jugar el próximo miércoles un partido valedero para la liguilla clasificatoria de los próximos Mundiales de Alemania. Los soldados han colocado a todos los jugadores en una lista negra. Las presiones internacionales, los ruegos de la FIFA y de las organizaciones humanitarias no han hecho mella en el Gobierno israelí de Ariel Sharon, que desde hace varios días mantiene el veto.

La desilusión y el pesimismo de la afición futbolística se ciernen sobre todo en el campo de refugiados de Yabalia, en el despacho del empresario y teniente de alcalde del Ayuntamiento de la ciudad, Issa Thaher, de 49 años de edad, padre de dos hijos, ingeniero y comerciante, que a la vez es presidente de un club local y representante de la FIFA en la zona.

El entrenador, el austriaco Alfred Riedl, ha dimitido al cabo de seis meses de trabajo

"Para la selección nacional palestina de fútbol, jugar la liguilla de los Mundiales, y sobre todo estar en Alemania, supone mucho. No sólo es un objetivo deportivo, sino también político; es una forma de demostrar al mundo que Palestina existe", asegura Issa Thaher, mientras baraja datos y cifras con las que configura la historia ajetreada de una selección que nació en 1928, en la época colonial británica, y que, después de muchas vicisitudes, resurgió en 1996, tras el establecimiento de la Autoridad Nacional Palestina.

El paso de la selección nacional palestina por los Mundiales de 2002 fue esperanzador. Quedaron segundos en un grupo en el que figuraban Qatar, Hong Kong y Malaisia. Estas ilusiones se vieron confirmadas a principio de este año, cuando, tras fichar al entrenador austriaco Alfred Riedl (de 58 años, anteriormente había pasado por la selección nacional de Vietnam), los jugadores empezaron a cosechar triunfos (ganaron por 8-0 a Taiwan y por 1-0 a Irak). Están en cabeza de su grupo, con los mismos puntos que su rival más directo, Uzbekistán.

El éxito de la selección de Palestina suponía hasta ahora la superación de todas las adversidades, entre ellas el bloqueo impuesto por el Ejército israelí desde que se inició la Intifada, que les obliga a entrenar en la localidad egipcia de Ismaelia, 120 kilómetros al norte de El Cairo, o a utilizar el estadio de Doha como campo propio.

El conflicto palestino-israelí les impide, por razones obvias, jugar en casa. Los jugadores de Cisjordania, Gaza y los llegados de otros equipos internacionales sólo coinciden en el extranjero. La supervivencia económica de este equipo, con un presupuesto de un millón de dólares al año, también había sido superada gracias a la ayuda de un grupo de 15 empresarios palestinos, que decidieron volcar dinero e ilusiones en el proyecto. "Pero la trayectoria ascendente de la selección palestina ha empezado a torcerse por las exigencias del Ejército israelí, que no nos deja viajar a Taiwan", se lamenta el directivo de la FIFA, con los ojos puestos en el calendario y en las calles de Yabalia, donde la violencia impone su lógica.

Las desgracias se acumulan. A la imposibilidad de viajar se ha sumado la dimisión de su entrenador, Riedl, que, tras seis meses de contrato, ha decidido dejar el equipo por que "así no se puede continuar". La experiencia le ha reportado 15.000 dólares (algo más de 12.060 euros) mensuales. Atrás ha dejado una selección y unos seguidores dolidos y decepcionados.

Imagen de la página en Internet de la Federación Palestina de Fútbol.
Imagen de la página en Internet de la Federación Palestina de Fútbol.

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