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El líder de los rebeldes del PP de Ourense promete "paz hasta las elecciones"

Xosé Hermida

Dos semanas durísimas para el PP gallego, 14 días en los que se cruzaron hasta acusaciones de enriquecimiento a la sombra de la política y en los que los dirigentes del partido llegaron a creer que la ruptura era inevitable, quedaron resueltos en 20 minutos. Una breve conversación entre Manuel Fraga y el líder del PP de Ourense, José Luis Baltar, en la noche del lunes, sirvió para zanjar un conflicto que, sólo diez días atrás, ambas partes consideraban casi irresoluble. "La paz está garantizada hasta las elecciones", afirmó ayer Baltar. "Este golpe de timón era necesario y ahora todo está solucionado".

Las dos partes ofrecieron muy pocos datos sobre el contenido del acuerdo que Fraga y Baltar comenzaron a negociar el lunes en el coche del presidente y terminaron minutos después en su residencia oficial. Ese acuerdo "definitivo" lo anunció el PP a primera hora de la mañana, poco antes de iniciarse el debate sobre el estado de la autonomía, en un comunicado en el que apenas se limitaba a señalar que las dos partes habían decidido "pensar lo mejor" para Galicia y para el PP. Baltar explicó que Fraga, tras pedirle "unas horas para reflexionar", le había llamado para aceptar sus demandas, que el líder del PP de Ourense apenas especificó.

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Reunión semanal

Tanto Baltar como fuentes próximas a Fraga señalaron que a partir de ahora ambos se reunirán cada semana para tratar, según el dirigente que encabezó la rebelión, "todos los temas políticos, presupuestarios e ideológicos". El dirigente ourensano aludió al compromiso del presidente de mejorar las inversiones en su provincia, que se siente "discriminada", y a ciertos asuntos orgánicos del partido que, según su versión, quedarán plasmados en el congreso regional de los próximos días 23 y 24. Baltar, que hace dos semanas se había presentado ante Fraga para anunciarle inopinadamente su propósito de abandonar el partido junto a cinco diputados del Parlamento gallego, asegura ahora que pretende "jubilarse en el PP, salvo que ocurra algo excepcional". "El coste de esta crisis es asumible" aseguró. "Las heridas cicatrizan salvo que se infecten, y si eso ocurre, habrá que operar o extirpar el miembro que corresponda. Si alguno se empeña en que su herida no cure, ya es un problema personal".

Fuentes de la dirección del PP aseguraron que no se han realizado concesiones a Baltar, ya que éste únicamente reclamó que se le tenga en cuenta en el partido. Portavoces del sector oficial y otros próximos a Baltar coinciden en que la posición de éste se debilitó desde que hizo acompañarse a las negociaciones con Fraga del antiguo secretario regional del PP, Xosé Cuiña. La aparición en escena de Cuiña, quien hasta entonces se declaraba al margen de la crisis pese a su conocida proximidad política a los rebeldes, erosionó los apoyos a Baltar entre los alcaldes de la provincia, según coinciden numerosas fuentes del PP y del Gobierno gallego.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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