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Un país de árboles jóvenes

En términos forestales existen dos Cataluñas. Los bosques situados al sur de un imaginario eje Sitges-Pont de Suert están formados por árboles pequeños, de apenas 50 kilos de peso seco de promedio. Es la Cataluña más árida, castigada repetidamente por los incendios forestales.

La otra cara de la moneda está al norte de otro eje imaginario, el Mataró-Olot-Vielha. Las sierras costeras del Maresme están cubiertas en su vertiente umbría por árboles que pesan entre 100 y 200 kilos por término medio. Este tipo de bosque, generalmente muy denso, asciende por el Montseny y la la Cordillera Transversal hasta llegar al Pirineo, donde se extiende a lo largo de la cadena. Es la Cataluña más húmeda, con precipitaciones que suelen superar los 700 litros anuales y una temperatura media inferior a 14 grados.

Los bosques más imponentes se encuentran en el valle de Aran, que concentra más de 200 toneladas de árboles por hectárea. Los abetos araneses fácilmente superan los 100 años y los 200 kilos.

¿Por qué hay árboles tan pequeños en el sur de Cataluña? "Porque son masas forestales muy jóvenes", afirma Juanjo Ibáñez, investigador del CREAF (Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales). Esto se debe a dos causas: los incendios -en los últimos 30 años se han quemado 300.000 hectáreas de bosque- y la colonización reciente de campos abandonados por los agricultores. El resultado, según Ibáñez, es que Cataluña es un país de árboles jóvenes ya que la edad media global de éstos "es de poco más de 40 años".

La mayoría de los expertos forestales creen que lo mejor que puede hacerse con nuestros bosques de árboles pequeños es ayudarlos a crecer para que algún día alcancen un tamaño considerable.

No se trata, pues, de "limpiar" la espesura, sino todo lo contrario. La eliminación del sotobosque se considera económicamente inviable y ecológicamente inaceptable, excepto de forma muy ocasional. Lo aconsejable es ayudar a que el bosque madure. Los árboles y arbustos grandes ayudan a mantener las condiciones húmedas y son más estables.

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Los bosques maduros tienen una mayor proporción de especies poco inflamables, como la encina y el roble, en detrimento de los pinos. Esta transformación puede inducirse por una política silvícola adecuada, en opinión de Ibáñez, para que algún día Cataluña sea un país de árboles maduros.

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